Tal vez sea porque intento mantener dentro de mí el espíritu de Peter Pan o que sigo viviendo en los mundos de Yupi pero cada vez tengo más claro que en la mayoría de las ocasiones hay que mantenerse al margen de lo que nos marcan las masas, los supuestos líderes de opinión o algunos medios de comunicación para seguir cuerdo o al menos intentarlo. Sé que algunas veces es tarea muy complicada ante tanto bombardeo de información pero créanme si no lo intentamos no sé que acabará siendo de nosotros.
También puede ser que tal vez el loco sea yo y que no sea bueno remar contra la corriente. Que lo normal sea opinar de Ana Obregón, su hija o su nieta, el vientre de alquiler que ha comprado en Estados Unidos, de si la mujer que se prestó es más o menos digna o si esta medida es tan condenable como para empezar la campaña que se ha lanzado desde unos y otros sectores de la sociedad. O de si una mujer con cierta edad puede ser madre o no o de por qué este tema no ha generado debate hasta que la protagonista ha sido una de las personas más conocidas, que no importantes, de nuestro país. Seguro que tendría que escribirles sobre lo que pienso y tal vez ejercer de líder de opinión a través de estas líneas pero me niego a hacerlo porque no soy nadie para dar consejos y porque creo que en los tiempos que corren y estando como estamos hay temas muchos más importantes de los que hablar.
Me pasa lo mismo con lo del supuesto o no supuesto amaño arbitral del FC Barcelona durante varios años. Seguramente que será un tema de vital importancia para nuestro día a día y que es fundamental saber quién son Negreira, Tebas, Gaspart o Laporta para poder levantarnos cada mañana. Qué seguramente nuestra vida era mucho peor antes de que todo esto saliera a la luz pero, sinceramente, a mí esto no me ha afectado lo más mínimo. Será porque a lo mejor me duelen más los dramas más cercanos, aquellos de los que duermen en los portales, de los que no tienen para llegar a fin de mes, de los que llenan las colas de Cáritas o de los que no tienen luz ni agua corriente en sus casas. Tal vez sea porque a mí esto del fútbol de ahora, con entrenadores y jugadores que cobran cantidades que podrían cambiar la vida de tanta y tanta gente, me viene grande si lo comparo con los naufragios que se dan justo enfrente de nuestras narices hundiendo la esperanza de quienes vinieron soñando con un mundo mejor.
Y no les digo nada de ciertas pedidas de mano, bodas, exclusivas, posados en la playa, idas, venidas o cuernos que se publicitan en prensa especializada o algunos programas de televisión de esos de máxima audiencia. Lo siento mucho pero hace tiempo que me negué a saber quién era un tal Cristofer ni que pasaba en una supuesta isla de las tentaciones mientras media España repetía un grito que se acabó convirtiéndose en una especie de mantra. Ni siquiera lo que se cuece o no se cuece en eso que llaman First Dates, en el Salvame Deluxe, en supuestos debates o tertulias televisadas, en lo de Sonsoles o en eso que llaman Kings League. Respeto profundamente a quien está enganchado a todo eso, me parece muy bien, pero conmigo que no cuenten.
Tal vez esto suene muy pretencioso. Incluso que encierre un punto de soberbia, de chulería o incluso un ego desmedido. Y aunque no les quito la razón también les digo que todo esto es un pequeño acto de rebeldía. De protesta, de pataleta o si me apuran de desencanto por ver como para los que nos dicen lo que tenemos que leer, pensar, escuchar o disfrutar sigue habiendo temas de Champions League, Primera División, Segunda División o regional. Por ver como hay guerras que siguen ocupando portadas y noticias de informativos todos los días mientras que hay otras de las que ya hace muchos años nos hemos olvidado porque nos pillan lejos o porque no es bueno remover demasiado y así evitar que la porquería nos salpique más de lo debido. O que sea más importante que menganito aparque su coche de varios millones de euros para salir a cenar a un exclusivo restaurante cuando a unos metros hay gente que pide porque no tiene para pagar un techo para dormir. O que, nos hablen de mansiones cuando muchos no tienen una mísera habitación que compartir. O que se pague lo que se paga por una exclusiva de un traje de boda cuando a los que investigan contra las enfermedades raras no tengan casi ni para microscopios.
En fin, que siento si les he ofendido o aburrido, pero conmigo que no cuenten. Soy feliz remando contra corriente dentro de esta esquizofrenia tan particular.
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