Compruebo en las noches de farra invernal que entre los indígenas pitiusos hay cierto hartazgo de bakalao electrónico, incluso de esa anestesia mental que llaman chill out. Tal empacho es de lo más natural ante la tan incomprensible como larga dictadura de los pinchadiscos de música robótica, incluso en chiringuitos y hoteles que pretenden estar de moda, pero solo resultan aptos para mesas de clubbers en las que no existe la conversación más allá del móvil.
Opinión
Ritmos y jolgorios
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