Los chinos inventaron la pólvora y se divertían con sus fuegos artificiales. Occidente desarrolló su función bélica y Alfred Nobel, el mismo que da nombre a premios científicos y pacifistas, la transformó en dinamita. Los cohetes chinos estaban pensados para asombrar en fiestas y ferias, ahora acojonan al planeta con su basura espacial. Cosas de la espantosa revolución comunista (¡Groucho, Groucho, Karl es el error!) y la patada de kung fu a las abusonas potencias coloniales. Se cumple así la profecía de Napoleón: «China es un dragón dormido. Cuando despierte el mundo temblará».
Opinión
Cohetes chinos
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