Naturalmente que no voy a entrar en especulaciones acerca de cuándo serán las elecciones generales, si este otoño, en mayo con las autonómicas y municipales o en noviembre de 2023. Eso solo lo tiene en la cabeza Pedro Sánchez, y dudo, a la vista de sus muchos giros e improvisaciones de última hora, que tenga ya trazado un plan. Lo que sí sé es que este sábado pasado comenzó, simultáneamente en Sevilla y en Madrid, una campaña electoral que se nos va a hacer bastante larga.

Bueno, el propio Sánchez lo reconocía en su alocución ante ‘su' comité federal aplaudidor: la remodelación, inaplazable por otro lado, en el PSOE se hace para ganar las elecciones* Y para superar el mal trago de las elecciones andaluzas, un fracaso perfectamente predecible que ha provocado un tsunami interno en las filas socialistas. Y precisamente, mientras esto ocurría en Ferraz, en Sevilla se entronizaba oficialmente Juan Manuel Moreno Bonilla como presidente de la Junta de Andalucía, que es la Comunidad que más escaños aporta al Parlamento. Alguien, en el PSOE, debería tomar nota de cómo, con qué talante, se está gestionando el ya no tan nuevo poder andaluz. Lo que sí puedo decirle es que, como en el Ferraz que ahora se estrena, en la sede del PP en la calle Génova también se está poniendo en marcha la maquinaria preelectoral de cara al otoño.

Lo que Sánchez y Feijóo vayan a decirnos a finales de esta semana en sus recapacitaciones sobre el curso, tremendo, que concluye es previsible. El presidente del gobierno y secretario general del PSOE más o menos lo desgranó en su discurso ante el comité federal: se ha hecho lo que se ha podido y se ha hecho bien. Nada de autocríticas, que es algo que en la política española simplemente no se estila. Y el presidente del PP tascará el freno, acusará al Gobierno de todo lo que ya le ha acusado, aunque con maneras más suevas que sus predecesores, y prometerá que hará realidad lo que hoy dicen las encuestas: que el ‘sorpasso' al PSOE está al alcance de la mano. Ya le digo a usted que este otoño y este invierno, sobresaltos económicos aparte, se nos van a hacer bastante largos.

Lo previsible es que Sánchez haga, eso sí, una remodelación de su Gobierno, por cierto ya remodelado hace un año. Pero menos tiempo aún llevaba funcionando (es un decir) la dirección del PSOE y ya ve usted cómo ha saltado en pedazos y cómo los mismos que ayer ensalzaban a Adriana Lastra hoy la denigran. Así que yo no les auguraría un largo período de permanencia en las poltronas a ministras como Ione Belarra o Irene Montero, cuyas trayectorias ministeriales claman ya al cielo. Y, por otra parte, ya veremos si sus funciones en el PSOE ‘preelectoral' permiten permanecer en sus ministerios a María Jesús Montero, a Pilar Alegría o a Miquel Iceta, por ejemplo. Que no sé yo si llevar la Hacienda, la Educación y la Cultura de la nación son muy compatibles con sacar a flote un PSOE medio hundido que se prepara para la madre de todas las batallas en las urnas.

Y sí, habrá un parón en agosto, que el país, y su clase política, necesitan como nunca un descanso para reflexionar sobre lo pasado y prepararse para un futuro que ni siquiera es incierto: viene duro. Y, ya digo, preelectoral. Pasen y vean, que el espectáculo está a punto de comenzar.