Hemingway opinaba que resulta imposible comer bien sin vino o cerveza. Y en su querida España, pese a los talibanes de sanidad (fanfarrones de la sobriedad con aspecto enfermizo), estamos mayoritariamente de acuerdo a diestra y siniestra. Por eso el Gobierno más dictador de nuestra historia democrática ha tenido que recular en su intención de prohibir la caña o el vino en los menús de la demonizada hostelería. Sorprende la cantidad de sandeces a que dedican ellas, ellos y elles con el tiempo pagado por todos nosotros.
Santos bebedores
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De hecho, la invención de lo que hoy conocemos como impuesto sobre la renta, es la respuesta que encontró el Gobierno de Estados Unidos a la falta de recaudación del 30% sobre el impuesto al alcohol. Una consecuencia más que llego a nuestros días para no desparecer jamás gracias a toda esa panda de fachorros pre-talibanes de la Liga Contra las Tabernas y sus malfolladxs camaradas.