Decía Jung que la vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir. Ahora que por fin retiran el pasaporte vírico, en Ibiza y Formentera se volverá –al menos legalmente– a vivir de forma más intensa, a respirar mejor. Especialmente en los patios de colegio, donde los niños podrán jugar sin el uniforme de la máscara del Joker. Ya sólo falta que en el patio escolar de los adultos permitan volver a fumar en las terrazas de los bares y restaurantes, cuyos propietarios –y no unos políticos talibanes especialistas en joder la vida de los otros– lo consideren oportuno. La sagrada libertad individual, o sea.
Nudismo facial
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1 comentario
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... como daño colateral, ya puestos que hay tantos, bien podría ser la pandemia una oportunidad para haber hecho introspección de todo aquello que no echamos en falta durante el covid y podemos aprovechar para prescindir a partir de ahora... las procesiones, por ejemplo... que no vuelvan...