Los chicos adaptan sus comportamientos a los diferentes entornos en los que se relacionan. | Imagen de florentiabuckingham en Pixabay

En ocasiones, cuando los padres y madres reciben alguna queja de sus hijos justifican su comportamiento pensando que el problema está en el grupo de amigos, que le influyen negativamente. «Mi hijo no haría eso si no fuese porque sus amigos...». Aunque en principio esta afirmación nos suene a excusa, la verdad es que no es del todo incorrecta, ya que los chicos adaptan sus comportamientos a los diferentes entornos en los que se relacionan.

El grupo de iguales será un referente imprescindible para los hijos. Durante los primeros años irá adquiriendo progresivamente importancia hasta la adolescencia, donde pasará a ser un factor tan significativo como la propia familia. Los chicos desarrollarán nuevos componentes de socialización dentro del grupo de amigos y a la vez irán desarrollando sus roles y estatus. Harán todo lo que sea necesario para sentirse integrados, valorados y admitidos por el resto. En algunas ocasiones incluso sus conductas pueden contradecir sus propios pensamientos y/o sentimientos, ya que el grupo marcará parte de sus comportamientos. Este proceso evolutivo se define como la «necesidad de pertenencia al grupo». En mis años como profesional, me he encontrado con muchos chicos y chicas con actitudes disruptivas provocadas principalmente para evitar el rechazo de iguales. Es decir, como no quieren verse apartados por los amigos realizarán cualquier acción que les ayude a sentirse integrado. Un ejemplo: Empezaron a fumar compartiendo un cigarro en pandilla, pero ¿todos querían fumar?. A esto se le denomina «presión de grupo».

Por otra parte, suele ser normal que algunos chicos cambien de grupo de amigos a medida que van creciendo, dado que buscarán «colegas» con los que tengan más cosas en común, y estos gustos o necesidades a veces no coinciden con las amistades de la infancia, ni con los intereses de los progenitores. Una de las estrategias que pueden utilizar los padres y madres para abordar esta presión es ofrecer a los hijos diferentes grupos de iguales donde socializarse. Así tendrán el grupo de clase, el del barrio, el de ballet/basquet, etc… que posibilita un abanico más amplio donde elegir a los amigos. Podrán unirse con los que más cosas tienen en común y mejor se sienten. Cuando solo se tiene un grupo de amigos y el objetivo es formar parte de él, aumentan las posibilidades de desarrollar comportamientos contrarios a sus propios pensamientos, porque si no los realizan, corren el riesgo de sentirse excluidos por los demás.

Con independencia del grupo de iguales, los chicos son responsables de sus propias conductas. En este sentido se utiliza la famosa frase: «Si tus amigos se tiran de un puente, ¿tu también te tiras?». No se trata de excusar todos los comportamientos en las presiones de los demás, pero no se puede olvidar la importancia que tienen los amigos sobre los propios hijos.

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