Vila, uno de los municipios con el alquiler más alto de España.

El gobierno de Pedro Sánchez, amordazado por los delirios de un PODEMOS en decadencia, ha acordado intervenir los precios del alquiler y perpetrar un nuevo atentado a la propiedad privada. Esta medida ya ha demostrado ser inútil y contraproducente.

Regular los precios del alquiler provoca un descenso de la oferta, lo cual implica que haya menos viviendas accesibles. Esta medida se empezó a aplicar en Berlín y ha provocado una caída del 30% de la vivienda en alquiler disponible. Sin salir de casa, Cataluña aprobó una Ley que regula los precios del alquiler y lo único que ha conseguido es un derrumbe de la oferta de un 12%. Por contra, en Madrid (sin regular los precios), dicha oferta ha crecido un 2%. En Ibiza, muchos propietarios se ven forzados a retirar sus viviendas del mercado, y acudir a un abogado inmobiliario en Ibiza se ha vuelto una necesidad para defender sus derechos.

Otro de los argumentos falaces que esgrimen para motivar esta medida reaccionaria es la supuesta bajada que provoca en los precios, nada más lejos de la realidad. Siguiendo con el eje Madrid-Barcelona, en la capital los precios han descendido más (un 9,21%) que en la Ciudad Condal (un 5%).

Lo cierto es que este anuncio es sólo parte de una cortina de humo que utiliza «el gobierno más progresista de la historia» para que olvidemos que con ellos se ha producido el mayor incremento de la historia en el precio de la luz, que somos el país con más paro juvenil de Europa, que tenemos un 13% de trabajadores pobres y un 20% en riesgo de exclusión social. Sus soflamas son inversamente proporcionales a las soluciones que han aplicado para ayudar a la clase trabajadora a la que fingen representar.

Sánchez y la formación del vicepresidente rebajado a simple tertuliano necesitan golpes de efecto para combatir el desasosiego que generan. Somos los peones que sacrifican en una partida en la que sólo compite su ego mientras se ponen en jaque la economía y el empleo del país.