El “Estudio de la Gratitud” de SoulPancake fue un experimento científico que demostró que somos más felices cuando agradecemos y expresamos a los demás las emociones positivas que ellos provocan en nosotros mismos. Es decir, hablar bien de los demás, agradecérselo y expresárselo nos ayuda a sentirnos mejor. La manera más sencilla de percibir satisfacción como padre o madre es apreciar en nuestros hijos más aspectos positivos que negativos. La función “correctora” de los padres, en muchas ocasiones, está adjunta a la crítica. Es más fácil expresar lo negativo que decir lo positivo. Los pensamientos negativos se transforman en emociones negativas, de esta formar, los progenitores que recriminan más que alaban generarán en sí mismos una sensación de desanimo en su función parental.
Desde los primeros meses de vida, prácticamente desde el final del apego, los hijos emprenden el camino para buscar su propia identidad personal. Esto supone una separación progresiva de sus padres, hecho que a los progenitores nos cuesta gestionar, ya que puede producir inseguridad. A partir de los primeros años surgen muestras de personalidad reflejadas en la etapa de la negación: “no quiero”, “no me gusta”, etc. Después paulatinamente van apareciendo una serie de necesidades de identidad (intensificadas en la adolescencia) como: la reafirmación grupal, rechazo al mundo adulto, la transgresión de normas, descontrol emocional, etc. Que además de discrepancias en la familia provocarán vulnerabilidad en los hijos. Esto se podría traducir en desorientación, baja autoestima, inseguridad, inconformismo, etc. por parte de los menores. De aquí la oportunidad que tenemos los padres de mostrarles y expresarles nuestro amor, de reconocerles sus capacidades y sobretodo de agradecerles todo lo que nos dan. Aunque los hijos expresen no necesitarlas, estas muestras afectivas, son un yacimiento de energía que les ayudarán a superar las adversidades y a valorarse a sí mismos.
Una acción que nos podrá ayudar a sentirnos gratificados como progenitores, es escribir una carta donde expresemos aquellas cosas de nuestros hijos que nos generan emociones positivas, aquellos aspectos por los cuales les amamos de manera tan intensa, aquellas cosas que nos gustaría agradecerles, también las preocupaciones y los retos que pensamos que tienen por delante. Escribe la carta con tranquilidad y reflexión, que abarque una época concreta de vuestra vida juntos. Para entregársela aprovecha un momento concreto como su cumpleaños, el final del año, el final del curso, etc. Este hecho además de ayudar a nuestro hijo a sentirse amado, sobretodo nos ayudará a nosotros a sentirnos bien.
Si después de leer este artículo he conseguido que expreses una declaración de amor o gratitud a una de tus personas estimadas quizás será una de mis mejores reflexiones.
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