Todos hemos escuchado cientos de veces alguna de las leyendas urbanas universales: la chica de la curva, el camarero fantasma, la crionización de Walt Disney o los cocodrilos que han hecho de las alcantarillas de Nueva York su hogar.
Creencias populares, cuentos y en muchas ocasiones tan increíbles e inverosímiles que sorprende que hayan sobrevivido a varias generaciones, e incluso se vayan actualizando a los nuevos tiempos.
Una de esas leyendas urbanas -aunque en un entorno muy rural- nació a finales de los años 60 en Formentera. Un joven Bob Dylan pasó una larga temporada de reflexión y apartado del mundanal ruido, usando el Molí Vell de La Mola como cuartel general de su retiro.
El artista galardonado con un Premio Nobel de las letras sufrió un aparatoso accidente el 29 de julio de 1966 cuando conducía su motocicleta Triumph muy cerca de Woodstock.
Dylan tenía 25 años y la leyenda le sitúa en 1967 huyendo de su enorme popularidad y sus legiones de fans. La historia que muchos siguen creyendo, cuenta que un joven actor británico le hacía de chófer y compañero en largas veladas a caballo entre la mítica Fonda Pepe y el Kiosko de Mari Jesús (actual Blue Bar).
El bueno de Joan es moliner defendió hasta su muerte hace pocos años, que aquel joven al que alquiló el que entonces era su molino, era un callado y tranquilo Bob Dylan que hizo sonar miles de veces su guitarra en el icónico edificio.
Las leyendas están para creérselas y en la medida de lo posible, seguir alimentándolas, pero sin caer en el esperpento y en lo sobrenatural.
Ahora que el Molí Vell de La Mola ha estrenado antenas, es un buen momento para acercarse a verlas y rendir un pequeño homenaje al presunto Dylan que allí habitó. Like a rolling stone.
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