He querido, con el título que encabeza este artículo, rendirle un homenaje al libro que publicase hace treinta años Fernando Vizcaíno Casas en el que vapuleaba con una sátira feroz la realidad territorial de entonces (ni que decir tiene que era muchísimo mejor que la actual) y avisaba sobre la tragedia que se nos venía encima a los españoles con la implantación del Estado de las Autonomías. Sí, ¡Las Autonosuyas! por que tamaño monstruo de Frankenstein únicamente le es beneficioso a unos cientos de miles de personas y en dicho sustantivo se concentra la Madre de todas las Batallas de los problemas patrios (y puedo asegurar que en su redacción sí que hallaremos armas de destrucción masiva contra nuestros bolsillos), el auténtico Armagedón de los trabajadores españoles, la cacicada suprema de las élites sin patria cuyo único rumbo moral lo delimita el poder y la ambición.
Y es que de todas las falacias, de todos los agravios que el pueblo español ha tenido que padecer con el tránsito del Régimen de Franco a la democracia, hay uno especialmente sangrante, absurdo e infinitamente ruinoso, me refiero a la instauración de dicho modelo territorial, o reinos de Taifas, o cantones cartageneros para mayor gloria y lucimiento de una turba de políticos mediocres con ínfulas de coronarse reyezuelos (con sus siervos sumisos, su corte de nobles y bufones, sus cotos privados de caza y, faltaría más, el derecho de pernada perpetuo con nuestras mujeres y hacienda) que convierte cada una de las diecisiete Comunidades Autónomas en una Torre de Babel absolutamente ajena a los problemas reales de sus súbditos.
Por eso, a estas alturas de tal esperpento que nos ha llevado a eliminar en nuestra propia Patria el castellano como lengua vehicular en la educación, a que según donde vivas estés sometido a cinco o quince impuestos diferentes, a negarle el agua al vecino,a que entiendas o no las señales de tráfico y los topónimos en tu propia tierra, incluso, hasta que te enseñen o interpreten la historia de todos en función de sus intereses ideológicos y la Comunidad donde residas, quiero creer (descarto los miles de ácaros improductivos que viven directa o indirectamente de la tal industria, es decir, de desangrarnos a los ciudadanos normales fingiendo que trabajan para nosotros) que han de ser bien pocos los ciudadanos en su sano juicio que no se hayan percatado de que tamaño pufo improductivo, tan carísimo como ineficaz, aboca a la ruina perpetua a nuestro país y, por ende, a cuanto ciudadano, hijo suyo, nieto, bisnieto, tataranieto y tataranietos de ellos nazcan en el futuro, condenándoles a pagar los desmanes de un ejército de garrapatas comandados por otros tantos miles de Tempranillos, Luises Candelas y Siete niños de Écija.
Y, precisamente por ello, invito encarecidamente desde esta tribuna a sus defensores y a todas las fuerzas políticas que todavía justifican tamaño aborto (¡sorprendentemente son todas, excepto VOX!) a que rompan su silencio cómplice y le echen un breve vistazo a la progresión de la deuda exterior española desde el año 1979, cuando se perpetró el inicio del aquelarre territorial, para que nos aclaren públicamente sin que se les caiga la cara de verguenza: cuáles son los logros del sistema autonómico, qué beneficio social o económico nos reporta, por qué en la mayoría de los baremos España ocupa en relación a Europa puestos tercermundistas y a dónde ha ido a parar esa cifra estratosférica de dinero, convertida en deuda inasumible, en un país donde el 25% de los españoles vive en situación de exclusión social (unos doce millones), la pobreza infantil afecta al 33% de nuestros niños (en Europa, solo por detrás de Letonia, Rumanía y Bulgaria), tenemos un paro juvenil que se dispara al 43,90%, (logrando con dicha cifra ponernos a la cabeza de la OCDE, que no se diga que algunas cosas no somos los primeros y más mejores), o, así mismo, según el informe Pisa, que a nivel educativo estemos por debajo de Indonesia, Líbano o Brunei (Supongo que la nueva Ley Celaá va encaminada o subsanar estos datos humillantes al permitir la genialidad de que los alumnos puedan pasar de curso al margen de los suspensos que tengan) con, para más inri, una diferencia abismal entre las distintas Comunidades Autónomas (a saber, y hablando en plata, depende de la Comunidad dónde nazcas tienes más posibilidades de ser mucho más tonto).
Conocido estos datos, que ya de por sí demuestran la inutilidad de dicha forma de Gobierno y de manera irrefutable la ineficacia de nuestros dirigentes, de sus consejeros y expertos fantasmas (¡y sobretodo, de sus sueldos!), no voy a entrar esta semana en la cifra de lo que le supone al erario público el infinito número de políticos, amiguetes, funcionarios, directivos, hombres de confianza, queridas y familiares analfabetos que pululan alrededor de esos cortijos o del regazo que le brinda al nacionalismo beligerante de subvención y poltrona, ni tampoco voy a descubrir la fregona al afirmar que tras esas estructuras ciclópeas y estériles medra todo un entramado absolutamente prescindible de televisiones autonómicas (meros panfletos políticos para el caudillo de turno), oficinas exteriores o embajadas (¡nada menos que 166! que a tenor de los datos económicos y sociales que aporto, nadie puede entender qué trabajo realizan o para qué sirven), costosisimas policías autonómicas (cuyo gran logro es su reticencia a colaborar en muchos casos con las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado, como se comprobó en los atentados islamistas de Las Ramblas, durante el golpe separatista realizado en Cataluña o en tantas ocasiones a lo largo de la lucha contra la organización terrorista ETA), la duplicidad de organismos estatales con su burocracia kafkiana, diecisiete Parlamentos que cómo hemos podido observar tan inmejorables resultados han dado en la lucha contra la pobreza y el paro juvenil, tantas infraestructuras absolutamente inútiles (el caso de algunos aeropuertos cerrados es especialmente sangrante), organismos y entidades deportivas, culturales, sociales y observatorios de toda índole (siempre a mayor gloria del político de turno y su ideología), Consejos Consultivos propios… y mil chanchullos más de los que maman solo unos pocos mientras aboca a muchos millones al hambre.
Pero, como afirmaba anteriormente, en este artículo voy a limitarme a pasar tangencialmente sobre la costra visible y exterior del drama, la próxima semana, lamentándolo mucho al estar en ciernes la Navidad, daré datos y cifras aterradoras sobre el coste de esta verbena perpetua del despilfarro y el robo institucionalizado. Sé que esos datos brutales van a coincidir con unas fechas señaladas, máxime teniendo en cuenta el año aciago que nos abandona y la situación verdaderamente desesperada de muchas familias, y lo lamento porque son cifras de vértigo (¡o, directamente nauseabundas!) y de inevitable cólera al comprobar a dónde va a parar nuestro dinero, así es, pero creo sinceramente que siempre será mejor eso y que algunos abran definitivamente los ojos y griten basta junto a nosotros, a que les sigan humillando los que mientras nos vacían la dignidad y los bolsillos, encima, te desean Feliz Navidad con su sonrisa de Judas en los labios.
Por cierto, ¡Feliz Navidad a todos!
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