Delante de la situación de emergencia sanitaria en la que nos encontramos, a todas horas y de manera incesante a través de los medios de comunicación, los responsables políticos, las autoridades sanitarias y las fuerzas del orden nos repiten con insistencia que nos quedemos en casa, con el objetivo de frenar la propagación de la enfermedad COVID-19 y prevenir los posibles contagios.
Pero hay colectivos que ponen en riesgo su salud y la de las personas que conviven con ellos, bien porque su trabajo consiste en atender a los enfermos o porque por su trabajo después del estado de alarma se ha decretado como servicio esencial, indispensable en estos momentos para que el resto podamos estar en nuestras casas sin que nos falten suministros de alimentación, energía, telecomunicaciones, etc.
Personal médico, enfermería, limpieza, conducción de ambulancias, policía y otros servicios de atención directa a los afectados son héroes anónimos en primera fila de la lucha contra la pandemia, ya que el principal campo de batalla está en los hospitales. Pero la intendencia esencial para ganar la guerra a la COVID-19 la desarrollan esos otros héroes imprescindibles: personal de pequeñas tiendas de barrio o grandes supermercados, taxistas, periodistas, quioscos, servicio de limpieza, correos, transportistas, reparto, conducción de autobuses, farmacia, trabajadores y trabajadoras del sector primario que nos abastecen de alimentos y tantos otros que nos permiten poder sobrellevar el confinamiento y sin los cuales estas semanas de aislamiento estarían siendo mucho más duras.
En el estado de alarma, las telecomunicaciones están desempeñando un papel esencial en diferentes ámbitos. Gracias a las telecomunicaciones podemos relacionarnos con familiares, amigos y compañeros. Mediante las videollamadas, los estudiantes pueden acceder a plataformas de telenseñanza y seguir las clases desde casa. Posibilitan que muchas empresas y organismos públicos tengan la flexibilidad laboral del teletrabajo, además de permitirnos acceder desde nuestras casas a la información y entretenimiento de forma inmediata.
Para ganar esta batalla, en la retaguardia el conjunto de la ciudadanía debemos cumplir con las indicaciones que nos dan las autoridades y ser responsables y disciplinados a la hora de confinarnos en casa. Nos jugamos mucho y no podemos fallar a todos aquellos que están allí fuera cuidando de nosotros. En esta batalla contra la pandemia, todos y todas sumamos y somos importantes y decisivos.
Tras vencer a este enemigo común –porque sí, vamos a ganar esta guerra–, habrá una posguerra y no podemos dejar a nadie atrás ni olvidarnos de ninguno de ellos. Espero y deseo que no se nos olvide nunca más la importancia del sector primario, y que los servicios públicos, la sanidad pública, la inversión en ciencia e investigación o las telecomunicaciones son absolutamente imprescindibles. Este será el mejor homenaje que podamos hacer para reconocer a todos los niveles y como se merecen a todos estos héroes anónimos e imprescindibles.
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