El escaso peso específico que Baleares tiene en Madrid sigue siendo una constante en la vida política. No importa quién gobierne en Madrid y en Palma. Cuando los dos gobiernos son de distinto color político, el argumento es sencillo: los rivales políticos nos quieren castigar. Pero resulta que la situación no cambia cuando ambos Ejecutivos son del mismo partido. Este es el sino de Baleares.
Tanto la derecha como la izquierda han tenido la oportunidad de comprobar como un Gobierno central del mismo color político que el autonómico seguía sin atender las justas y necesarias reivindicaciones de nuestra Comunidad Autónoma.
Cabe resaltar esa falta total de entendimiento y atención en materia económica y de financiación. Recientemente pudimos comprobar como la inversión directa prevista por los presupuestos generales en nuestras islas estaba una vez más por debajo de la media de las comunidades autónomas, pero eso es sólo uno de los casos de desatención hacia Baleares.
Nuestras islas están mal financiadas y la modificación del sistema de financiación autonómico es una de las reclamaciones que se vienen haciendo y que nunca ha sido atendida. No es justo que en aras de un mal entendido concepto de ‘solidaridad', Baleares sea de las que más aporta y de las que menos recibe.
La falta de entendimiento entre Madrid y Palma se está haciendo más evidente en este primer trimestre de 2019 si recuperamos el debate sobre el Régimen Especial para Baleares (REB). Este REB resulta imprescindible para compensar los costes añadidos derivados de la insularidad. Con el gobierno de Rajoy no se pudo consensuar y aprobar y con la moción de censura y el cambio de gobierno existían fundadas esperanzas de que todo cambiara y el acuerdo sí fuese posible. Pero una vez más, lo que hay es una decepción y, a día de hoy, seguimos sin un nuevo REB.
Desde Baleares se presento un documento, en el que se pretendía la consolidación del 75% de descuento para viajes a los residentes, un nuevo régimen fiscal o un fondo de insularidad de 400 millones de euros, entre los objetivos que se quería garantizar. Y digo que pretendía ya que lo último que se conoce es el recorte significativo de estas propuestas por parte del Gobierno central.
Se había anunciado por parte del Govern Balear que se seguía trabajando en un documento y que había esperanzas de que pudiera aprobarse en el mes de noviembre de 2018. De todos es conocido que eso no ocurrió y que nos encontramos a finales de febrero de 2019 y seguimos esperando su aprobación.
Y ante la posibilidad de que se acabara consensuando un Régimen Especial recortado cabe preguntarse: ¿nos sirve igual la aprobación de un REB descafeinado? Sinceramente, la respuesta tiene que ser ‘no'. Un REB de mínimos no serviría para compensar los efectos negativos de la insularidad sobre nuestra economía, ni para que llegue la financiación que necesitan nuestras islas.
La realidad es una: la deuda del Gobierno Central con nuestra Comunidad Autónoma ya ronda los 2000 millones de euros como resultado del incumplimiento de algo tan fundamental como es el Estatuto de Autonomía. Por ello, existe la duda razonable de si, incluso en el supuesto de que se aprobara un nuevo REB, ello garantizaría que Baleares recibiera una correcta financiación.
En cualquier caso y visto lo visto, se me antoja complicado que de forma inminente se pueda aprobar un nuevo Régimen Especial y que pueda entrar en vigor de forma rápida. La situación política actual más bien parece encaminarnos a una nueva decepción.
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