Me importa un carajo cómo son en el país de Lady Sonia o si al fetichista del Orejas le va lo granny, pero ¿qué es ser español? No es hacer lo que hizo el otro día un facha que pilló en un aeropuerto de Copenhague a Puigdemont y le plantó una bandera de España para que la besara porque quería ser viral. Eso no es ser español, es ser un tocapelotas, el exhonorable será prófugo pero es educado, y es la educación algo que teníamos todos los españoles y que se ha perdido en dos generaciones; si una agüela sube al bus, ¿quién se levanta? Pero hete aquí que a los tabloides ingleses les ha dado por definirnos tópicamente. Dicen que no tenemos sentido del usted y eso es verdad. También sentencian que en los bares tiramos al suelo lo que no podemos comer y beber, y eso ocurre, como ocurre con las colillas que inundan la calle. Dicen los hooligans que siempre llegamos tarde, y diría yo que aciertan; y añado que solemos ser cainitas, que si uno es sociata tiene obligación de odiar a un pepero (y al revés); que no sabemos reflexionar a la hora de votar porque vaya tropa tenemos en las instituciones, como El Echenique o El Rufián por no mencionar los zarrapastros que llevan de indumentaria los cuperos en el Parlament. Somos un país de envidiosos, lo colectivo no nos va, somos muy mordaces a la hora de criticar por criticar, parcos a la hora de aportar y más cuando la chorrada de lo políticamente correcto lo anega todo, pero también digo que los tópicos se combaten, no con desafuero patriota o contestando a The Sunday, sino construyendo un país moderno y con futuro: en eso debería consistir ser español.