Ahora resultará que las cualidades que exhibe el nuevo presidente del Parlament para serlo son justamente las que no le adornan. O al menos no a él en exclusiva, como se pretende de una forma un tanto grosera por parte de los líderes de Podem, convencidos de ‘tener cera del Corpus' y ser más que los demás. Les vendrá bien la humildad que les ha recetado el gran líder Pablo Iglesias en Vistalegre II, otro que presume justamente de la virtud de la que él evidentemente carece. Se ha dicho de Baltasar Picornell que es «hijo del pueblo», «una persona normal», como si Pere Rotger o Aina Rado o Tòfol Soler o Joan Huguet o Antoni Diéguez hubiesen sido extraterrestres o terratenientes y aristócratas. Vaticina el líder de Podem en Balears, Alberto Jarabo, que Picornell «será el mejor presidente» que nunca haya tenido la Cámara. Lo mismo dijo de Xelo Huertas y ya ven cómo ha terminado el asunto. Nos conformaremos con que sea algo mejor que su antecesora en el cargo y eso no es difícil porque el listón está bien bajo. ¿Habrá alguien que pueda sugerir que Balti Picornell merece la presidencia del Parlament más que el socialista Vicenç Thomàs? Los firmantes de los Acords pel Canvi han tragado con el chantaje de Podem, una formación incapaz de consensuar con sus socios un nombre alternativo y que amenazó con romper el pacto si no se avenían a elegir a su sobrero. Porque en efecto, Balti es un sobrero, un desecho de tienta elegido por descarte, que es la peor forma en que alguien puede ocupar una responsabilidad en democracia. Hubiera podido hacer como Rafa Nadal, que al ver la polémica ante la posibilidad de que le otorgaran el doctorado Honoris Causa de la UIB, dijo que no lo quería y puso fin a la discusión. Pero Nadal es mucho Nadal y Balti solo un sobrero. ¡Ah!, pero es obrero.