Con la desaparición de Fidel Castro y el principio de contactos, convenios y conversaciones que ha mantenido el presidente Barak Obama con su homólogo Raúl Castro podría darse el caso de que la Perla del Caribe salga del túnel del tiempo y se adentre en el siglo XXI. Tienen una oportunidad, pero depende de los políticos y militares que ostentan el poder y controlan el partido único, que sigue siendo comunista.
Llegué a La Habana el 11 de noviembre de 1962 a bordo del buque sueco ‘Albert Thore' procedente de Leningrado, (Rusia) de donde habíamos zarpado el 9 de octubre y puesto que el presidente Kennedy había ordenado el bloqueo naval de Cuba tuve que traducir los conocimientos de embarque (bills of loading) del castellano al inglés y pasarlos a la Embajada de Estados Unidos en Estocolmo para informar de la carga que transportábamos en las bodegas. Y puesto que no había material para el Ejército, pasamos bien el bloqueo naval antes citado.
Estuvimos amarrados en los muelles de Regla hasta el dia uno de diciembre, fecha en que zarpamos había la Columbia Británica (Canadá). Puedo informar, pues, que fui testigo de primera mano de los males que habían caído sobre el pueblo cubano, privado de libertad y de productos básicos parta subsistir. Incluso, conocí la odiada libreta de racionamiento, que hace bien poco ha desaparecido.
Años después, en 1967, publiqué en ‘Diario de Ibiza' (DI) un largo reportaje titulado “Un ibicenco en la Cuba de Fidel Castro” denunciando el fracaso del castrismo e, incluso, que cada mañana desde mi buque oíamos la entrada en funcionamiento de las ametralladoras (en el Castillo del Morro) fusilando a los contra revolucionarios, a los que llamaban ‘gusanos'. También denuncié que Fidel Castro había traicionado el noble sentimiento que había en Hispanoamérica, en el sentido que pensábamos que Fidel Castro podría convertir en un nuevo Simón Bolívar. Y no fue así. De libertad nada de nada, pero sí puro y duro marxismo. En pocas palabras, debido a mi reportaje, llegó una carta a la redacción de DI en la que me amenazaron de muerte… Y aquí estoy.
El caso es que siempre he sentido un afecto especial hacia Cuba ya que mi padre y mi abuelo paterno (Mestre d'aixa`) habían vivido en la Habana. Cierto es que no he vuelto a Cuba ni pienso hacerlo, pero sí he conocido a muchos cubanos en Ibiza, en Miami y en Nueva York: los Fernández, Parets, García, Bello, Ferrer, De Lara, Botifoll, entre otros, a los que la revolución castrista les expropió todos sus pertenencias, comercios, viviendas y propiedades al solicitar un visado para viajar a España o los Estados Unidos de Norteamérica. Y salieron de Cuba sin un centavo y con una mano delante y la otra detrás. Y les ha ido a todos muy bien gracias a poder vivir en democracia plena
Ahora bien, si los esfuerzos del Vaticano y de Washington consiguen una apertura y un cambio en Cuba hay otro problema que no está solucionado. Me refiero a que los españoles van a intentar recuperar lo expropiado por Castro ya que eran propietarios de las plantaciones y refinarías de azúcar y muchas otras propiedades. En suma, se calcula que las retribuciones tienen un valor de 30.000 millones de dólares. Casi nada, Así que para finalizar: ¡God bless Cuba!
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