La violencia verbal, gestual, económica o discriminatoria es violencia, sin género de dudas, del mismo modo que lo es una agresión física o sexual, venga de quien venga, y se materialicen en cualquier contexto. Una violación lo es siempre que la mujer diga “¡No!”, dentro del matrimonio, esté borracha, drogada, baile con cinco tíos en la barra del bar, se levante la camiseta, vista provocativa o se marche con un hombre a su casa. Que no nos cuenten milongas, que nadie justifique nunca estos hechos y que no nos carguen con las culpas. Las mujeres desde que tenemos uso de la razón vivimos con miedo. Miedo a ir solas por la noche, miedo a no vivir acompañadas, miedo a abrir la puerta a desconocidos, miedo a dar confianzas a los demás o a provocar la lascivia entre los hombres, miedo a que nos pase algo, miedo a tener una hija, miedo a hombres que son más animales que sapiens, miedo, mucho miedo...… y ya estamos cansadas de que las víctimas se vistan de verdugos.
Una bofetada, un empujón o un golpe de cualquier índole es una agresión injustificada siempre, por muy tontas, patosas o viles que nos hagan sentir. Quienes están faltos de cualidades son quienes precisan aplicarlas a la fuerza. Un insulto, una vejación, una situación de acoso sexual o cualquier acto ofensivo, es violencia, lo pinten como lo pinten o lo miren por donde lo miren. Aquí las cosas sí son blancas o negras. Nadie merece bajo ningún pretexto ser sometido, ya sea hombre o mujer, adulto o niño.
La violencia de género es una realidad que no conoce de culturas, nacionalidades, colores, posición social o edad. Los hombres, como primates, guardan la esencia en su ADN de la primacía y la perpetuación de la especie con mayor incidencia que las mujeres, y por eso el 95% de los casos de maltrato los protagonizamos nosotras. Es cierto que también hay casos de hombres maltratados, pero son tan pocos que no precisan una ley en positivo que los ampare, y la demagogia aquí sabe a té frío.
Este viernes se celebraba el día de la violencia género. Sin género de dudas una lacra que debemos aniquilar entre todos por su anacronismo, incongruencia y degradación. Como ocurre con todos los días mundiales e internacionales habrá quienes afirmen que este tipo de fechas no sirven para nada y que su exhibición pública no es más que oratoria barata, pero sinceramente no estoy de acuerdo ya que creo firmemente que esta lucha debe escenificarse de lunes a domingo.
Los medios de comunicación tenemos la oportunidad, la excusa y el rigor periodístico de tocar este tema con la actualidad que merece y con una razón muy válida y necesaria para recordar a todos, a los que actúan y a quienes reciben, que esto no es normal, que debe ser denunciado y que las leyes y la sociedad somos rotundos en su condena.
El Día Mundial Contra la Violencia de Género sirve para que sepamos que aquí en Ibiza, muy cerquita, tal vez en el piso que colinda con el nuestro, la Oficina de la Dona ha atendido este año a 415 personas y ha dado cobijo y alojado a 34 mujeres y a 36 menores. La razón es que, en muchos casos, esas víctimas están también sometidas a la violencia económica; sin trabajo, sin dinero y sin un lugar al que huir. El problema del alquiler y los precios abusivos en las Pitiusas es para ellas una bofetada más que les inhibe en muchos casos a escapar de sus carceleros. Puede que la nueva Ley que dibuja el Govern Balear plantee medidas tan intangibles como incrementar los pisos sociales obligando a bancos y promotoras a cederlos si llevan dos años cerrados, ya que el número de viviendas en esta situación en Ibiza, y más en Formentera, es irrisorio. Eso sí, la misma norma permite hinchar la burbuja y legalizar a quienes alquilan pisos residenciales como turísticos, haciendo que su precio suba más, hasta llegar a cotas que estas mujeres no podrán pagar… aunque a este paso, ni ellas ni nadie. Disculpen, pero me he saltado de tema.
Como les decía, el asunto que tratamos no está lejos, en países del tercer mundo donde asistimos cada día como espectadores de excepción a noticias que nos hablan de niñas casadas y violadas, mutiladas, vendidas, prostituidas, vejadas... está también aquí, en la puerta de al lado.
El Día Internacional de la Violencia de Género existe para que reaccionemos, divulguemos, machaquemos y exhibamos una lacra que debemos desterrar de nuestra sociedad de raíz. Cada vez son más las menores que denuncian agresiones por parte de sus parejas y que se comportan como princesas que buscan ser salvadas, en vez de luchar codo con codo y de la mano en un camino que tiene las espinas que decidamos plantarle.
El miedo siempre es peor que los hechos en sí y hasta las situaciones más horrendas y cruentas pueden dejarse atrás con valentía. Que nadie nos haga creer nunca que «quien bien nos quiere nos hará llorar», porque el amor verdadero nunca levanta la voz ni la mano.
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