El Evangelio de este domingo habla sobre la resurrección de los muertos. Los tres Evangelios sinópticos (Mt.22,23- 33 y Mc 12, 18-27) hacen alusión al mismo tema. Los saduceos no creían en la resurrección de la carne y negaban la inmortalidad del alma, y se acercan al Señor para plantearle una cuestión que le ponga en aprieto. Según la ley del levirato (Dt. 25,5 ss.), sí un hombre moría sin dejar hijos, el hermano tenía la obligación de casarse con la viuda para dar descendencia a su hermano. Siete hermanos se casaron con la viuda, y ninguno dejó hijos. La pregunta de los saduceos es: en la resurrección, ¿de quién será esposa?. Los siete la tuvieron como esposa. El Señor pone de manifiesto el grave error de los saduceos. Reafirma la existencia de la resurrección, y al enseñar las propiedades de los cuerpos resucitados, se desvanece el argumento de los saduceos. En este mundo, los hombres se casan para perpetuar la especie. Después de la resurrección, ya no habrá más bodas, porque los hombres ya no podrán morir otra vez, pues son iguales a los ángeles e hijos de Dios. Dios no es Dios de muertos, sino de vivos; todos viven para Él. La resurrección de la carne es una Verdad de Fe. ¿Cómo serán los cuerpos resucitados? Serán como los de Cristo y de la Virgen María. La resurrección de la carne significa que el estado definitivo del hombre no será solamente el alma espiritual separada del cuerpo, sino que también nuestros cuerpos mortales un día volverán a tener vida. (Cat. de la I.C. nº 203).

Estamos en este mes de noviembre, dedicado a las almas del Purgatorio. ¿ Qué es el Purgatorio?. Es el estado de los que mueren en amistad con Dios, pero, aunque están seguros de su salvación eterna, necesitan aún de purificación para entrar en la eterna bienaventuranza. El día