Poca gente mantiene ya la ilusión cuando abre el buzón de su casa de encontrarse un correo que no sean facturas o propaganda. Las cartas manuscritas son algo que pasaron a la historia tan rápido como se instaló el Gmail en nuestra vida, ¡qué le vamos a hacer! Claro que de vez en cuando te encuentras alguna sorpresa como una felicitación de tu compañía telefónica por tu cumpleaños o un christmas en Navidad de tu banco.
También, cada cuatro años, recibimos la propaganda electoral de los candidatos a las elecciones generales… pero esta vez, y por primera en la historia de España, se ha adelantado el siguiente turno de entrega. A pesar de lo próximas que están las votaciones, me sorprendí al ver de nuevo los sobres políticos en mi cajetín, ¡otra vez!, pensé, vaya gasto de papel, podríamos haber guardado los programas anteriores, que total, salvo las coaliciones, el resto sigue siendo lo mismo.
Mismas promesas vacías, mismos compromisos que no se cumplirán, mismos cambios que vaticinan y que nunca van a llegar. Por mí, podían ahorrarse toda esta pantomima de intentar convencernos por vía escrita, si poco consiguen por la oral, ¿qué creen que harán con unas cuantas líneas impresas que prometen idilios inalcanzables?
También absurdos me parecen los anuncios electorales con los que estos días nos están bombardeando, ni siquiera TVE, que ya no tiene anuncios, se libra en su programación. Spots que me dejan igual de indiferente, y a veces incluso confusa. En esta campaña destaco especialmente el de los perros y los gatos del Partido Popular, patidifusa me quedo si de ahí tengo que extraer la conclusión de que si ellos gobiernan va a haber cambios… también el PSOE apuesta por un SÍ al cambio, y aunque su mensaje sea algo más esclarecedor, al final la sensación de incertidumbre continúa siendo la misma.
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