Llevo ya varios días esquivando guiris por las calles de Vila, no sé cómo estarán el resto de municipios, pero aquí ya ha comenzado la temporada alta. Maleta va maleta viene... Un caos de gente que llega, se va o que simplemente están de paso camino a Formentera. Sea como sea, el verano ha vuelto a adelantarse unas semanas y ya ha dado el pistoletazo de salida a una temporada que promete un aumento de turistas.

Es tal la cantidad de extranjeros que ya transita por las calles más céntricas, que el otro día para poder adelantar por la acera tuve que hablarles en inglés para que me entendieran y me dejaran pasar, porque claro, ellos están de turismo y van con su calma, pero otros tratamos de continuar con nuestra rutina mientras esquivamos rubios que calzan sandalias con calcetines.

Y esa es otra cuestión relevante, la del idioma. Muchos restaurantes ya comienzan a desplegar sus terrazas y a sacar sus menús a las calles, abriéndolos por supuesto, por sus páginas en inglés. «Normal», pensarán unos, «sólo van extranjeros a consumir a estos locales de La Marina», y tienen razón, pero tampoco hay que olvidar que esto es España. Yo he sido residente del Reino Unido durante dos años y, aunque en Londres una de cada tres personas que encontraras fuera española -o hispanohablante-, no veías que te hablaran en tu idioma ni que los carteles los tradujesen al Spanish.

Veo bien que quien sepa inglés trate de ayudarles, yo también lo hago, lo que me molesta más es la gente que viene a trabajar y que ni siquiera hace un mínimo esfuerzo. A tal punto llegamos que el otro día, fui a cubrir un evento y a la pregunta de ‘¿quién es el organizador?' Me respondieron con un ‘in English?' Y aunque me dieron ganas de devolverle un ‘¿en español?', me quedé con las ganas y simplemente cambié de idioma.