Buscar el balance entre lo que trabajamos y el tiempo que pasamos fuera, con amigos, familia o contigo mismo a veces llega a ser una lucha a contra corriente. Nuevos avances dicen que la acción para resolver este problema no es equilibrar sino integrar y en este artículo te cuento de qué trata esta propuesta.
En 2006 yo trabajaba en proyectos de consultoría para una multinacional, mi energía y mi tiempo estaban dedicados en un porcentaje altísimo a ese trabajo. La norma era no llegar a casa antes de las nueve de la noche y en repetidas ocasiones los fines de semana estaban impregnados de emergencias o proyectos extra que requerían mi dedicación y el desplazamiento allá donde estuviera nuestro cliente. No crean que era yo la que más trabajaba, tenía muchas compañeras y compañeros que lo hacían igual o más.
Aunque a nivel profesional parecía que volaba, les reconozco que fue un tiempo de sequía personal. Además fue un tiempo en el que no veía resquicio para poder compaginar vida laboral y familiar, donde al menos tuve la suerte de estar acompañada por una persona entrañable que aceptaba que el trabajo fuera siempre lo prioritario.
Tras ese periodo, fui poniendo mis esfuerzos en cómo acercar esa vasta distancia entre vida y trabajo. Una de mis reflexiones fue que no hay dos vidas, que esa división vida profesional y vida personal correspondía a una vida única, la mía y me estaba perdiendo muchas cosas inherentes a su naturaleza más creativa.
Desmontando mitos
Cuando buscas en Google «equilibrio vida personal laboral» del tirón encuentras 1.770.000 entradas. Miles de consejos, de análisis y reflexiones al respecto. Sin duda es una lucha que nos importa. La mayoría de estos artículos, muchos recogidos en revistas de prestigio, parten de una creencia: vida personal y laboral son como dos platillos de una balanza que deben estar en perfecta armonía. Esta creencia idealizada de la vida te lleva a querer mantener el equilibrio cada vez que se descompensan, que suele ser a cada rato, poniendo o quitando en uno u otro platillo, con los esfuerzos titánicos que muchas veces implica. Y a partir de esa creencia es que llegan las propuestas y recomendaciones. Y también los problemas.
Recuerdo con nitidez a una persona, con un cargo de responsabilidad, que al preguntarle cuál quería que fuera su meta en el proceso de coaching, me dijo con los ojos húmedos que «poder pasar tiempo de calidad con su hijo pequeño». Muchas veces no es sólo llegar tarde a casa o trabajar los fines de semana, muchas veces lo que hay detrás es la dificultad de desconectar: tu cuerpo llegó pero tu mente sigue atascada en otras cosas.
¿Por qué equilibrar no es la acción necesaria? Craig Chappelow trabaja para el Centro de Liderazgo Creativo y expresa con rotundidad que en todas esas ocasiones en las que decimos que «buscamos equilibrio» lo que realmente necesitamos es control. El equilibrio perfecto casi nunca ocurre y cuando lo hace estamos tan cansados que ni lo vemos. Para ganar ese control la acción propuesta es la de integrar, no la de equilibrar o conciliar.
Integrar la vida, vivir íntegros
Aunque a priori no lo parezca, cuando abordamos las dinámicas vida y trabajo, estamos hablando de liderazgo, concretamente del auto liderazgo o liderazgo personal, ese que se refiere a ser la capitana o capitán de tu propia vida. No existe liderazgo sin autoconocimiento, necesitas con urgencia mejorar tus competencias y habilidades de conocimiento personal para liderar tu vida, especialmente si tu modo de servir es liderar a otros. Y a partir de entenderte mejor a ti, comenzar a actuar con integridad.
El Centro de Liderazgo Creativo ha diseñado una herramienta, que junto con el apoyo de un coach, hace factible y procesual este aprendizaje de integración. Los tres aspectos clave que hay bajo este método son dimensiones neurálgicas de tu capacidad de liderazgo personal. Éstos son:
Entender tu comportamiento
Según Chappelow un factor crítico de la integración de las facetas de vida familiar y laboral es cómo manejas los cruces entre ambas. Es decir, de qué manera gestionas cuando lo familiar interfiere lo laboral o cuando lo laboral interrumpe en lo familiar. ¿Tiendes a combinar las tareas familiares con las laborales? Si es así, es probable que seas un integrador. Hay dos tipos de integradores, los de «primero el trabajo» permitiendo que el trabajo interrumpa la familia y los de «familia primero» que permiten que la familia interrumpa el trabajo.
También es posible que busques separar ambas facetas en bloques de tiempo definidos o que dependiendo del periodo, pases por momentos donde ambas facetas están muy integradas y luego intencionalmente decides tener un espacio de separación. Reconocer tu patrón de comportamiento es indispensable para que puedas comenzar una estrategia integradora. Ninguno es mejor que otro, lo importante es reconocer el tuyo, no el que crees que debería ser.
La propia imagen
La imagen que tienes de ti misma o de ti mismo es igualmente fundamental en esto. ¿Eres una persona más orientada al trabajo o a la familia? Para algunas personas no es fácil responder a esta pregunta porque el «debería ser» se impone. Lo mejor es que seas honesto contigo, es por tu bien.
Una persona que se suele presentar diciendo «soy gerente, consultora, médico o administradora» suele estar más orientada al trabajo. La persona que se presenta como padre, madre, marido o amiga tiende a estar más orientada a la familia. Sin embargo todo tiene grados y dentro de esos grados están las personas que se identifican con ambos o que no se identifican con ninguno, estando su interés principal en otros lugares.
La sensación de control
En el trabajo de coaching no te cansas de escuchar a las personas diciendo que su trabajo u otras personas son las responsables del comportamiento que ella adopta. Un profesor mío decía que cuando señalas a una situación o a alguien, los otros tres dedos de tu mano te señalan a ti y el cuarto al universo. Aún así, reconozco que hay trabajos que hacen bastante difícil integrar la vida de forma satisfactoria.
Pero aquí viene lo más importante ¿qué grado de control sientes sobre esas situaciones?, ¿sientes que tienes el control para poner los límites si quisieras? Si sientes que tienes un alto grado de control, sentirás que tienes la capacidad de decidir, lo cual, por el simple hecho de sentirlo te dará más posibilidades de integrar ambas facetas.
Una última reflexión
El trabajo para mí es de vital importancia y sé que para muchas otras personas también, puede ser un espacio vital donde encontrar infinidad de posibilidades para que los esfuerzos profesionales estén alineados con tu pasión y propósito de vida. Por eso no trates de equilibrar nada, pon tus esfuerzos en integrar. Esto implica un cierto conocimiento real de tus comportamientos preferidos , tu identidad y sentido de control. Es necesario dedicar un tiempo para averiguar esas preferencias. Y sobre todo, no hay manera «correcta « para crear una vida integrada, hay tantas como personas y momentos.
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