El optimismo compulsivo del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, le ha llevado a asegurar desde Lanzarote que «lo peor ha pasado», refiriéndose a la crisis económica. Para tratar de aproximar su análisis a la realidad, el jefe del Ejecutivo español admite que no se podrá hablar con rigor de una salida de la recesión hasta que mejoren las actuales cifras de desempleo, las cuales, previsiblemente, todavía sufrirán un serio repunte a partir del próximo otoño como consecuencia del final de la temporada turística.
Zapatero ha tratado, siempre, de minimizar la gravedad de la crisis. Primero trató de obviarla, luego consideró que sería pasajera y, al final, ha mantenido una actitud de parcheo en la confianza de que el tirón de las economías europeas acabará resolviendo el problema de España. Lo cierto es que la tasa del paro está en unos niveles inimaginables y las cuentas del Estado ya dan claros síntomas de agotamiento ante el espectacular crecimiento de las demandas sociales y las ayudas a sectores en dificultades, una situación insostenible a medio plazo.
Para la próxima semana el presidente anuncia un nuevo golpe de efecto con el 'nuevo modelo económico' que quiere implantar en España, una propuesta de la que sólo se conocen los trazos más gruesos y sobre la que, por tanto, es preciso conocer los detalles para poder evaluar su viabilidad. Mientras, cabe seguir confiando en que se confirmen los vaticinios de recuperación en la economía estadounidense "cuya tasa de paro ha ralentizado su crecimiento" y de la Unión Europea, según los últimos pronósticos del Banco Central Europeo. Mal están las cosas cuando todo se fía al tirón exterior.
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