Las sucesivas inundaciones de diversas estaciones del metro de Palma están convirtiéndose en un bochornoso espectáculo del que, por desgracia, los ciudadanos son los principales perjudicados al quedar suspendido el servicio sin que, por el momento, sea posible adivinar cuándo será restablecido.

Es un contrasentido que desde la Conselleria de Mobilitat i Ordenació del Territori se dé la sensación de tratar de desprestigiar un sistema de transporte moderno, cómodo y ecológico como el metro por el simple hecho de tratarse de uno de los principales logros del anterior Govern. El conseller Vicens y su equipo deben tener como prioridad máxima poner de nuevo en marcha la línea del suburbano de Palma, cuanto antes; un compromiso que da la impresión de que no se quiere asumir ante la opinión pública.

La exigencia de reanudar el servicio de metro no significa orillar el necesario debate político sobre la actuación de los anteriores responsables de Obres Públiques en el Govern que presidió Matas, al igual que investigar si la actuación de los técnicos y empresas implicadas en la construcción del metro fue correcta o no para, a continuación, tomar las medidas legales pertinentes. Da la impresión de que se quiere dejar la cuestión en un simple cruce de reproches entre Govern y oposición que no aclaran qué pasa en el metro de Palma, sus causas y quiénes son los verdaderos responsables.

Palma, el metro y sus usuarios no se merecen continuar siendo noticia de ámbito estatal. Es cierto que la responsabilidad alcanza en primer lugar al Govern Matas, pero prolongar el cierre del metro de forma no suficientemente justificada puede volverse en contra del Govern Antich. Si primara la defensa de los intereses públicos por encima de las batallas políticas, hoy mismo el conseller de Mobilitat se reuniría con la ex consellera Cabrer, para que ésta aportase sus sugerencias con el fin de buscar la mejor solución para los ciudadanos. No ocurrirá.