Decepción es el término que mejor define la sensación que ha provocado el anuncio de la consellera d'Educació i Cultura, Bàrbara Galmés, en relación a las ayudas del Govern para la adquisición de libros en el próximo curso. La propuesta del Govern, y es pertinente recordarlo, se aleja de los compromisos electorales del PSOE de gratuidad planteando una simple subvención de 100 euros para el primer ciclo de Primaria.

Galmés, en su presentación, no hace ninguna argumentación que justifique el incumplimiento de la promesa electoral de su partido mientras algunos ayuntamientos de Balears, con apenas competencias en materia educativa, superan las ayudas a las familias en los gastos de escolarización de sus hijos. No cabe duda que la propuesta de la Conselleria, en todo caso, mejora la situación actual pero también es cierto que plantea algunas dudas sobre la eficacia de su implantación por los problemas que puede acabar acarreando; tanto a los padres como a los mismos centros escolares.

Los planes de la Conselleria d'Educació i Cultura incluyen una discriminación entre la obligatoriedad de los centros públicos frente a la voluntariedad de los concertados en el acceso a las subvenciones, cuando lo más acertado es hacer una oferta genérica a todos los padres de alumnos; con independencia del tipo de colegio al que lleven sus hijos. Otro punto conflictivo es el de la reutilización de los libros, una experiencia sólo puesta en práctica de manera puntual, pero que también genera serias dudas -con independencia de las protestas de libreros y asociaciones de padres- sobre su eficacia. ¿Con qué criterios se tasarán los libros que se devuelvan? Este punto se adivina, también, como conflictivo.

Por tanto, bien está el primer paso que se ha dado pero es insuficiente.