El futuro político de Navarra da la impresión que comienza a tomar cuerpo, una vez que el secretario general de Unión del Pueblo Navarro (UPN), Alberto Catalán, ha anunciado el inicio de los contactos con las formaciones próximas para la configuración de un programa de Gobierno bajo la presidencia del conservador Miguel Sanz.

La decisión de la Ejecutiva federal del PSOE, dada a conocer el pasado viernes, de no pactar con los nacionalistas de Nafarroa Bai e Izquierda Unida para desbancar a UPN del poder "en contra de los deseos de los socialistas navarros" sólo puede entenderse como una maniobra de la dirección central de los socialistas de cara a las próximas elecciones generales; una intervención que con total seguridad acabará teniendo consecuencias tanto fuera como dentro de Navarra.

Los socialistas navarros no ocultan su perplejidad por la orden emanada de Ferraz, que ha desembocado ya en las dimisiones del cabeza de lista, Fernando Puras, y del secretario general, Carlos Chivite, circunstancia que augura una escisión a corto o medio plazo entre los socialistas navarros; divididos entre quienes acatan o rechazan las instrucciones de la dirección estatal del partido.

Además, a la vista de las primeras declaraciones de los responsables de Nafarroa Bai, todo indica que el futuro gobierno de UPN, con Sanz a la cabeza, está muy lejos de la estabilidad política; antes de su constitución ya se habla de la interposición de una moción de censura.

Todos los indicios apuntan que José Luis Rodríguez Zapatero no quiere que Navarra sea un obstáculo en la reedición de la mayoría socialista en las próximas elecciones generales y que está dispuesto a que el PP pueda utilizar en su contra el 'caso Navarra'. Zapatero prefiere perder Navarra antes que poner en peligro su reelección. Era previsible.