El Banco Central Europeo ha subido los tipos de interés en la eurozona hasta el 4 por ciento (un cuarto de punto), una cifra que a unos les hará temblar -aunque el Euríbor ya está por encima de esta cifra- y a otros, frotarse las manos. Porque en cuestiones económicas nunca llueve a gusto de todos. ¿Recuerdan en qué momento empezaron a dispararse los precios de las viviendas? Coincidió con la progresiva bajada de los tipos de interés, que permitió a millones de españoles acceder a una vivienda e, inmediatamente, ésta subió de precio. ¿Por qué? Porque con los tipos de interés elevados, a quien tiene algo de dinero le interesa conservarlo en forma de fondos u otros productos financieros que le proporcionan una rentabilidad jugosa todos los meses sin riesgos. Al caer los tipos, la rentabilidad del dinero se evapora y, contando con inflaciones anuales en torno al cuatro por ciento -ningún Gobierno parece poder controlarla-, el dinero ahorrado pierde valor todos los días. ¿Dónde colocarlo? En el ladrillo, que nunca baja y es una inversión segura. Por eso suben los precios, claro, porque el que compra como inversión quiere obtener una rentabilidad notable a la hora de vender.

Pero ahora, con la subida de los tipos, es de prever -aunque no se estima que suban más allá del 4'5 por ciento a corto plazo- que muchos inversores retornen al ahorro y abandonen la especulación inmobiliaria, ya que la venta de pisos se ha ralentizado drásticamente por el absurdo encarecimiento y la subida del Euríbor. Si las cosas regresan a su cauce natural, la vivienda volverá a ser para vivir en ella, al menos de forma mayoritaria, y quienes tienen dinero buscarán otras formas de sacarle rendimiento. Esperemos que así sea y el famoso 'aterrizaje' de los precios de los pisos sea suave y no deje 'al pairo' a nadie.