El Congreso de los Diputados dio ayer el visto bueno a la aprobación del Estatut d'Autonomia en medio de un amplio consenso que se logró gracias a la colaboración entre los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE. La aprobación del Estatut es una magnífica noticia para los ciudadanos de las Islas y no sólo desde un punto de vista económico, apartado en el que la mejora es sustancial, sino también desde un punto de vista de fortalecimiento de la identidad, la ampliación de competencias y, sobre todo, la posibilidad de que Balears ocupe por fin el puesto que le corresponde entre las autonomías de primera categoría.

La mejora de la financiación y la garantía de que la insularidad tendrá un reconocimiento económico especial con la aprobación de un nuevo régimen regulador son dos características esenciales a las que hay que sumar la creación del Consell de Formentera, la separación de las listas entre el Parlament y los consells o la posibilidad de que Balears cuente con una policía autonómica propia.

Pero si algo hay que destacar de la aprobación de la reforma del Estatut no es el contenido, de sobra conocido a estas alturas de la negociación, sino el sensato acuerdo alcanzado por los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, para salvar el texto estatutario. Con la reforma de la Carta Magna balear ha quedado demostrado que esta colaboración consigue resultados positivos para los ciudadanos de Balears. Es una buena lección que deberían aprender los políticos de nuestra Comunidad Autónoma. Lástima que la inminencia de las elecciones haga prácticamente imposible que este espíritu de colaboración se traslade a otros ámbitos donde los efectos económicos también resultarían de gran interés para los residentes en las Islas.