La proximidad de los últimos casos de gripe aviar, algunos de
ellos detectados en Italia y de la cepa más virulenta, ha desatado
una honda preocupación en nuestro país. Así las cosas, no es
extraño que la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández
de la Vega, haya querido tranquilizar a la población diciendo que
no existe ninguna situación de alarma en España.
Y, si bien eso es cierto, las Administraciones públicas no deben
bajar la guardia, porque la amenaza es real y las aves migratorias
están contribuyendo, como se preveía hace meses, a su propagación
por todo el mundo.
Conviene, sin embargo, puntualizar algunos aspectos. La gripe
aviar no se transmite en ningún caso por la ingesta de carne de
aves infectadas o huevos de las mismas. El contagio se produce por
vía aérea y es, por tanto, entre aves vivas o de éstas a personas
que han estado en contacto con ellas. Tampoco se ha producido
mutación alguna que indique que el virus se haya hecho transmisible
entre humanos, lo que convertiría la pandemia en altamente
peligrosa y, previsiblemente, con una alta tasa de mortalidad en
países poco desarrollados.
Por el momento, los casos detectados en Italia, Grecia y
Eslovenia son aislados y se trata de animales salvajes fallecidos
en el devenir de su migración. Frente a esto, cabe adoptar las
medidas de análisis preventivos y de restricciones por lo que
respecta a las aves domésticas para evitar cualquier riesgo.
No sobran, ciertamente, medidas de prevención sanitaria en la
población de alto riesgo, pero se trata de las medidas habituales
frente a cualquier posible epidemia de gripe. Conviene, no
obstante, seguir con los protocolos establecidos y, sin crear
alarmas innecesarias, mantener la guardia en alto.
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