Lo que muchos temían que ocurriera a rebufo de lo que acontece en Estados Unidos, ya ha sucedido: el Banco Central Europeo ha subido los tipos de interés. De forma moderada, todo hay que decirlo, en un cuarto de punto, pero ahí está y en breve se verá reflejada la subida en todas y cada una de las hipotecas a las que los ciudadanos tenemos que hacer frente. Es un pequeño aviso, una tenue señal para que nos pongamos las pilas y empecemos a pensar si realmente podremos responder de cara al futuro al endeudamiento que estamos asumiendo. Porque al dato del incremento del precio del dinero -dicen que así se combate la inflación, habrá que verlo- tenemos que añadir otras noticias poco halagüeñas para quienes recibimos mensualmente la letra del banco: el precio de la vivienda se ha incrementado nuevamente en un 16% a lo largo del último año y los españoles nos hemos endeudado un 20 por ciento más. Así que, con este panorama, llegamos a la conclusión de que cada vez debemos más dinero a los bancos, la compra del piso se encarece cada día que pasa y, encima, nos suben los tipos de interés, con lo que la deuda seguirá elevándose y la cuesta se nos hará cada vez más difícil de subir.

A la postre, lo que llama la atención es que muchos ciudadanos viven por encima de sus posibilidades, a base de préstamos, y esta situación se sostiene sin problemas mientras la economía vaya bien, lo que nunca puede certificarse con absoluta certeza. De ahí la necesidad de racionalizar los gastos. Porque, ya que la vivienda sigue siendo la gran compra de una vida, el resto de los gastos tendrán que mirarse con lupa. Sólo así estaremos preparados para resistir nuevas subidas de los tipos de interés o una crisis imprevista.