El president del Govern, Jaume Matas, anunció ayer por sorpresa la creación de la Conselleria d'Immigració i Cooperació, un departamento que estará dirigido por Encarnación Pastor, una persona vinculada a las casas regionales. Desde el punto de vista político, la creación de la nueva conselleria parece lógica, ya que la inmigración es uno de los problemas más graves de Balears. La comunidad balear ha registrado un crecimiento demográfico muy elevado durante los últimos años y el propio Matas ya lanzó un mensaje a todos los inmigrantes en el último debate de política autonómico. El presidente reconoció que la inmigración provocaba desajustes sociales, pero aclaró que sin los inmigrantes el crecimiento económico no sería posible en Balears. Por lo tanto, la creación de un departamento para solventar un problema cada vez más grave tiene lógica política, aunque tampoco hay que olvidar que la Comunitat Autònoma apenas tiene competencias en materia de inmigración y la labor de la nueva consellera, al menos desde el punto de vista legal, estará muy limitada. Pese a no tener experiencia política, el perfil de Encarnación Pastor parece idóneo para el nuevo cargo. Nadie como ella conoce el problema de la inmigración en las Islas, al menos la procedente de la Península. No cabe duda de que Matas sabía lo que se hacía al optar por Pastor y lo que ello puede significar en las próximas elecciones autonómicas de cara a conseguir el voto de los inmigrantes. No obstante, no puede olvidarse lo que significa ampliar el número de conselleries. Hará falta una nueva sede, directores generales, asesores, secretarias, vehículos oficiales, jefe de prensa y una estructura administrativa completa a disposición de la nueva consellera. En definitiva, más gasto para poner en marcha una conselleria con unas competencias muy limitadas. ¿No se podría haber buscado una fórmula administrativa tipo comisionado o delegado especial que no implicase la creación de toda una conselleria?