La normalidad ha vuelto al Ajuntament de Calvià, al menos aparentemente. Después de muchas semanas de desencuentros, PP y UM han vuelto a marcar las pautas para gobernar en el municipio tras el sorprendente pase del edil Joan Thomàs al grupo mixto. Jaume Matas, con el apoyo de Rosa Estaràs y José María Rodríguez, ha tenido que utilizar todos los mecanismos a su alcance para convencer a Carlos Delgado de la necesidad de recomponer el pacto de Calvià. Y no ha sido fácil, sobre todo por el empecinamiento de Delgado en no acatar las órdenes de la ejecutiva regional y en no comprender en qué consiste la disciplina de partido. El mensaje que lanzó ayer Matas una vez concluida la ejecutiva regional del PP fue claro: «El acuerdo con UM restablece la normalidad democrática en Calvià». Pero sigue habiendo muchos interrogantes en el municipio mallorquín. Uno de ellos es, sin duda, el papel que pueda jugar Joan Thomàs en el nuevo marco político y, sobre todo, qué protagonismo dará Carlos Delgado al edil tránsfuga en los próximos meses. La complicidad entre Thomàs y Delgado ha sido evidente durante los últimos meses y parece difícil que, de repente, se rompan sus vínculos. La falta de sintonía política entre el alcalde e Isidre Cañellas (UM) también puede ser un obstáculo para garantizar el pacto PP-UM hasta el final de la legislatura. La desconfianza entre Delgado y el líder de UM en Calvià es evidente y las relaciones en el futuro no serán fáciles. Por último, uno de los interrogantes más importantes será conocer qué papel jugará Delgado en su propio partido. Tras su claro acto de indisciplina, maquillado por un acuerdo impuesto por Matas, la actitud de Delgado sigue siendo un escollo para el propio PP, para Calvià y para blindar el pacto con Unió Mallorquina.