Esta semana el Consell Insular fue escenario de la presentación
del Plan Estratégico de Marketing, documento que regirá los
designios de nuestro turismo durante los próximos cinco años y
mediante la aplicación del cual se pretende recuperar la cuota de
mercado de hace cuatro años, en el 2001, un año de referencia para
el sector en las Pitiüses.
Durante la presentación del documento los redactores del plan
pidieron la implicación de todos los sectores de la sociedad, ya
fueran públicos o privados, así como de los medios de comunicación
para que «entre todos los colectivos», como se dijo, pueda llevarse
a cabo este proyecto. No les falta razón cuando dicen que este
objetivo es el de todos. El futuro de nuestra sociedad pasa por
ahí. Quizás, haya más confusión en cuanto a la implicación de la
prensa, que desde el prisma del sector turístico no actúa como
alguno de ellos quisiera. Cabe recordar en este aspecto que uno de
los deberes de los medios de comunicación, además del de informar,
es el de ejercer como organismo de control y en la medida de lo
posible y de sus limitaciones realizar esa labor sobre aquellos
hechos que puedan ser denunciables. El tema viene al hilo porque
precisamente en la presentación del plan de marketing se echó a
faltar más autocrítica y más acciones encaminadas a terminar con
esa oferta de baja calidad que tanto daño hace. Sí es cierto que en
dicho plan figuran numerosas iniciativas en este sentido, pero
también es verdad que éstas por lo delicado de las mismas, son más
difíciles de llevar a cabo. Hay que aumentar las inspecciones, las
denuncias y las multas, acabar o al menos reducir considerablemente
los hoteles de baja estofa que proliferan por las islas y poner
freno a los altos precios. Para ello hace falta mano dura y que no
haya temor a denunciar al vecino. Es difícil, pero es el único
camino para llevar a cabo el plan.
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