Desde que en junio de 2003 el Ayuntamiento de Eivissa se quedara
como el único bastión del Pacte en las Pitiüses los progresistas ya
sospechaban que esta legislatura al frente del Consistorio no iba a
ser fácil. Con el Partido Popular gobernando en el Govern, el
Consell y el resto de ayuntamientos pitiusos, los apoyos que Vila
había gozado en la anterior legislatura se desmoronaron.
Lógicamente, el PP nunca ha estado dispuesto a dar facilidades a
su adversario político y por eso sus decisiones, en muchas
ocasiones controvertidas, han frenado algunos de los proyectos
estrella del Pacte en estos cuatro años. Desde el Consorcio
Patrimonio, pasando por ses Feixes, la nueva depuradora o el
colegio de sa Graduada, con el proyecto Eivissa Centre de fondo, el
PP ha tenido un papel determinante para que estos proyectos no se
desarrollaran como querían los progresistas. Pero el PP no es el
único culpable de la situación: las desavenencias ya de por sí
habituales en el seno del Pacte (dimisión de Fanny Tur, marcha de
ENE de la coalición y la complicada situación de su concejal
Llombard); el poder de influencia de los movimientos ecologistas y
nacionalistas (asunto ses Feixes); la indefinición del PSOE en
asuntos claves como la ampliación de las carreteras, y los cambios
sufridos en la dirección socialista pitiusa han provocado que la
nave progresista no navegue como el alcalde Tarrés desearía.
Así, con estos antecedentes resulta complicado que la relación
entre el PP y el Pacte sea fluida, por mucho que Palau y Tarrés
salgan públicamente a decir que la guerra institucional se ha
acabado. Quedan dos años de legislatura, los más duros e
importantes para los políticos, y en este periodo parece complicado
que ambas instituciones se pongan de acuerdo para ayudarse
mutuamente. Pero en fin, por el bien de las Pitiüses esperemos que
así sea.
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