La manifestación celebrada el pasado sábado en Salamanca contra
el retorno de determinados documentos a la Generalitat de Catalunya
debe mover a una cierta reflexión por cuanto supone de manipulación
por parte de los líderes del Partido Popular (PP) de los
comprensibles sentimientos de muchos salmantinos y
castellano-leoneses. Además, los líderes conservadores no deberían
olvidar que se trata de la restitución de los 'papeles' a sus
legítimos propietarios. Esto no tiene por qué suponer una ruptura
significativa de la unidad documental, puesto que los modernos
medios informáticos permiten la consulta de cualquier documento sea
cual sea su ubicación física.
Si bien es cierto que el de manifestación es un derecho
innegable y que la movilización de Salamanca reunió a un buen
número de personas, también es verdad que no es deseable que el
Gobierno se deje llevar por la calle, aunque sí debe prestar toda
su atención a lo que en ella sucede. Y, además, hay que denunciar
que determinadas declaraciones, como las que se han producido
antes, durante y después de la movilización, pueden conducirnos a
actitudes xenófobas, como algunas de las que se produjeron.
El clima de crispación, que se incrementa por momentos, debería
desaparecer, y a ello deberían contribuir los partidos políticos;
sin embargo, la proximidad de las elecciones gallegas y lo que ello
supone tanto para Rodríguez Zapatero como para Rajoy hace que el
nivel de enfrentamiento suba y, lo que es peor, que tenga su
reflejo en las calles.
Catalunya tiene todo el derecho a recuperar los documentos que
le fueron sustraídos tras una injusta contienda, y hace mal el PP
en hacer bandera de ello para seguir en su escalada contra el
Gobierno. En cuestiones como ésta debería imperar el sentido
común.
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