La manifestación celebrada el pasado sábado convocada por la
Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) registró insultos y
zarandeos al ministro de Defensa, José Bono, que había acudido a la
misma a título personal. Sin duda se trata de unos lamentables
incidentes que hay que condenar sin contemplaciones. Así lo hizo el
presidente de la AVT, Francisco José Alcaraz, y casi todas las
fuerzas políticas, además del Gobierno, este último pidiendo la
apertura de una investigación para atajar la «manipulación
partidista».
Es indiscutible que así ha sido. Desafortunadamente, en estos
asuntos el aprovechamiento partidista del dolor de quienes han
sufrido en sus propias carnes la barbarie del terror ha sido una
constante en una y otra parte. Y eso, amén de lamentable, da una
idea de la escasa altura moral de quienes inducen a incidentes como
los de la manifestación del sábado.
El alto comisionado para las víctimas del terrorismo, Gregorio
Peces Barba, ha convocado a las asociaciones de afectados por las
acciones de los violentos para hablar de este asunto. Aunque aquí
cabría apuntar el malestar que provocó el hecho de que ni siquiera
asistiera a la movilización de la AVT.
La situación obliga a que todas las fuerzas políticas se
impliquen en la necesaria adecuación de sus conductas y sus
declaraciones a un marco que no contemple utilización alguna de los
muertos o heridos por el terror para su propio beneficio.
Esta inmoral utilización, esta vergonzosa manipulación, este
descarado aprovechamiento debe erradicarse de los comportamientos
de quienes se dicen demócratas. Sólo de este modo se pueden
restañar levemente las secuelas y heridas, y no sólo las físicas,
de quienes han sufrido el azote de los bárbaros.
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