Nunca quedó suficientemente resuelto (al menos para la opinión
pública) el terrible asunto del presunto terrorismo de Estado
llevado a cabo en tiempos del Gobierno de Felipe González. Cierto
que hubo detenciones, procesos y sentencias condenatorias, pero
siempre quedó la duda de qué pasó realmente y quién estaba detrás
de aquellas decisiones. Y ahora, como suele ocurrir siempre, los
muertos empiezan a salir del armario. Son apenas indicios,
sospechas, amenazas, pero que devuelven a la actualidad un
escabroso episodio de nuestra historia reciente y lo hacen
precisamente cuando otro gobierno socialista está en el poder.
Así que hay que coger todo el tema con cautela, porque bien
pudiera tratarse, nada más, de una maniobra política destinada a
embarrar la imagen del Ejecutivo actual.
Y ahí tenemos de nuevo a Felipe González pidiendo ni más ni
menos que el indulto para Rafael Vera, que fue su secretario de
Estado de Seguridad, condenado por robar dinero de los fondos
reservados no se sabe muy bien con qué destino (parece ser el puro
enriquecimiento personal). El condenado amenaza con «tirar de la
manta» y, claro, de inmediato sus antiguos jefes -González y sus ex
ministros Corcuera y Barrionuevo- salen en su defensa pidiendo ese
perdón que quizá un Gobierno socialista pueda concederle.
Ahí es nada. José Luis Rodríguez Zapatero entre la espada y la
pared. Porque por lógica debía negarse ese indulto -para no caer en
el error de hacer piña con delincuentes, aunque sean de tu propio
partido-, pero no será fácil contradecir a un González que todavía
tiene mucho peso específico. Ha llegado el momento de afrontar con
valentía un pasado negro, rechazar el indulto y coger el toro del
PSOE por los cuernos, sin aceptar chantajes.
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