Todos somos en menor o mayor medida conscientes de que Balears
tiene, a pesar de su aceptable nivel de vida, ciertos déficits que
se arrastran casi de forma secular. Para atajarlos y seguir
creciendo no hay más remedio que promover algunas inversiones
importantes en sectores básicos, como la sanidad, la educación y
las obras públicas. Pero todo ello exige un dispendio elevadísimo
que en estos momentos resulta difícil de asumir. De ahí que el
Govern haya decidido endeudarse de forma histórica para poder
emprender esas obras.
La decisión del Ejecutivo de Jaume Matas de ampliar en casi un
cuarenta por ciento las cuentas anuales no será recibida con
aplausos por parte de todos. Porque si bien es cierto que sólo con
préstamos pueden llevarse a término las inversiones necesarias,
también es verdad que las deudas (380 millones de euros se han
previsto) nunca son la mejor salida, pues constituyen una carga
pesada durante muchos años, cuando habrá que devolver el dinero
solicitado y cubrir los intereses.
Y es que, en términos económicos, cuando hablamos de futuro casi
siempre aparecen las incertidumbres. De ahí que algunos grupos de
la oposición hayan puesto el grito en el cielo ante esta
posibilidad. Lo que se impone es, claramente, exigir en Madrid una
refinanciación de las partidas económicas que acompañan a las
competencias transferidas a la Comunitat para poder hacer frente a
la nueva situación social de las Islas: un territorio que crece en
población y, por tanto, en necesidades, cada día que pasa y a
velocidades pasmosas. Claro que las obras públicas previstas no
harán más que reactivar el sector de la construcción, lo que
atraerá sin duda a nuevos inmigrantes que no harán más que
intensificar aún más la situación.
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