El Govern de les Illes prepara una reforma del Estatut d'Autonomia que defina el modelo de sociedad al que aspiramos. Con la llegada de los socialistas al poder, el «melón» de la construcción autonómica ha quedado abierto y el propio José Luis Rodríguez Zapatero ha pedido a todas las comunidades autónomas que elaboren sus propuestas para culminar de una vez por todas ese proceso de reparto de competencias que lleva veinticinco años abierto.

Así que ahora toca ver qué queremos. Independientemente de la ideología que sostenga al Govern de turno, nuestros líderes políticos deben plantear algo concreto: cómo queremos vivir, y no sólo ahora, sino en las próximas décadas. Y eso, que parece tan sencillo, en realidad no lo es. Como no lo fue para los «padres» de la Constitución de 1978, que tuvieron que hacer un verdadero ejercicio de visión de futuro para vislumbrar cómo sería la España y los españoles del siglo XXI.

Esa España ya ha llegado y parece el momento de dar un nuevo empujón a la construcción del país, para acercarlo a las cotas de bienestar que disfrutan las naciones más ricas de Europa y para dotarlo de los mecanismos que le permitan hacer frente a los retos de hoy y de mañana.

Hay muchos asuntos sobre los que debatir. Es evidente que Balears es una nacionalidad tan histórica como otras comunidades autónomas que así se proclaman, pero éste es un reconocimiento formal. Lo que importa es el fondo de las cosas y qué grado de autonomía deseamos asumir. Inmigración, sanidad, educación, seguridad, financiación, empleo, modelo territorial, carreteras, costas, cultura, medio ambiente... son asuntos de primerísima importancia a los que se debe dar respuesta. Y delimitar qué competencias deben ser gestionadas por el Govern y cuáles por el Gobierno central.