El balance de este primer año del Govern de Matas puede
considerarse moderadamente positivo. Matas y sus consellers
iniciaron el 1 de julio de 2003 una nueva etapa al frente del
Ejecutivo autonómico tras cuatro años de una cierta inestabilidad
política. El gran reto era tranquilizar la vida política balear y
ejecutar los proyectos de infraestructuras que no pudieron
acometerse en cuatro años. De hecho, la sociedad balear ya ha
aprobado a los miembros del Govern, con la excepción del titular de
Educació, Francesc Fiol, como puso de relieve el sondeo realizado
por este periódico, pero convendría repasar cómo ha sido este
primer año. En primer lugar, el Govern ha conseguido generar cierta
paz empresarial, aunque la situación turística aún no es la que
todo el mundo desea. La derogación de la ecotasa supuso un gran
gesto del Govern hacia los hoteleros.
En materia de infraestructuras, el Ejecutivo de Matas ha
apostado claramente por impulsar la modernización de las
carreteras, aunque se enfrente con colectivos anti-autovía. Ésa
podría ser la gran asignatura pendiente de cara al futuro, aunque
Matas ya ha manifestado su intención de renunciar a la construcción
de la polémica autovía Inca-Manacor. La cuestión lingüística ha
sido otro de los ejes de la política del Govern de Matas. Algunas
declaraciones han provocado mucha polémica. El Ejecutivo del PP
parece dispuesto a aplicar su promesa electoral: el bilingüismo,
pero sin que ello signifique un retroceso en el uso de la lengua
propia de las Islas. Hace falta aún un poco de tiempo para evaluar
si las medidas aprobadas son las adecuadas.
Nadie podrá acusar al Govern de olvidarse de la política social
-el departamento de la revelación Rosa Puig funciona a pleno
rendimiento- y se han conseguido importantes inversiones estatales
muy necesarias: el cable eléctrico y el gasoducto, el inicio de las
obras de Sa Costera y nuevas desaladoras. Sin embargo, algunos
departamentos del Govern no acaban de funcionar como sería
deseable. El relevo de Tomás Cortés y Guillem de Olives es un buen
ejemplo de ello. Las dimisiones de los dos consellers por
cuestiones personales no pueden camuflar que estos departamentos no
estaban a la altura del resto de conselleries del Govern. Matas no
tuvo ningún problema a la hora de sustituirlos.
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