Dentro de siete días los ibicencos y formenterenses tienen una importantísima cita con la historia. Las elecciones autonómicas y municipales tienen que servir para reafirmar una sociedad en pleno proceso de cambio y que se ha visto desgraciadamente abocada a situaciones que tienen que superarse por aquellos a quienes demos la confianza y responsabilidad de asumir tareas de gobierno. Es cierto que en España aún queda por desarrollar un gran pacto de Estado en el que las instituciones ahora en lid, los gobiernos autonómicos y los ayuntamientos, puedan asumir tareas y gestionar recursos que en la actualidad acapara el Estado central, pero no lo es menos que, con gran esfuerzo -sobre todo presupuestario- es posible conseguir grandes metas que nos hagan la vida más sencilla. El listado de problemas al que se enfrentan los ibicencos y formenterenses no varía mucho de unos a otros. La calidad y garantía del suministro del agua, el transporte, la seguridad ciudadana, el respeto al medio ambiente, la calidad de la educación, la mejora de la sanidad y el acceso digno a una vivienda digna son puntos que seguro que no faltan en el recuento de cada uno de nuestros vecinos, lo cual indica lo mucho que queda por hacer. Es una situación normal que tenemos que aspirar a solventar. Es cierto que los problemas nunca desaparece, sino que se transforman en otros nuevos; por eso es necesario que quien salga de las urnas del próximo domingo asuma su papel de servicio, y no de simple gestor o intermediario institucional. No está en juego su carrera, sino nuestras legítimas aspiraciones. El ciudadano de a pie pone con sus impuestos mucho dinero en el ámbito público como para que quienes concurren a gestionarlo no adquieran un grado de responsabilidad extrema. En juego está nuestro bienestar y con cosas como éstas nadie puede jugar.