Palma ha acogido durante unos días la XII Conferencia de los Presidentes de Parlamentos Autonómicos, que se han reunido aquí para debatir e intercambiar ideas sobre cómo evitar el inmovilismo y el anquilosamiento de unas instituciones nacidas hace veinte años, con la culminación de la transición democrática y del modelo territorial de las autonomías.

Durante tres días los presidentes -casi todos ellos unos absolutos desconocidos para el común de los ciudadanos de otras autonomías- han escuchado ponencias, han hablado y han debatido sobre asuntos más o menos lejanos a las preocupaciones del ciudadano de a pie, que, a pesar de encontrarse mucho más cerca de su Parlamento autonómico que de las Cortes, todavía siente esta institución como ajena a sus intereses particulares. Y de eso también se habló en este encuentro, que intenta avanzar ideas que permitan a las cámaras autonómicas acercarse al pueblo al que sirven. No es tarea fácil, dada la peculiar estructura del poder democrático, que convierte a los Ejecutivos en las estrellas mediáticas, dejando al Legislativo y al Judicial un poco en segunda línea de fuego a pesar de lo crucial de sus funciones.

Así, si bien la mayoría de los ciudadanos es capaz de reconocer a los miembros del Gobierno autonómico y del central, pocos saben algo acerca de los diputados y senadores, aunque sean quienes, en realidad, configuren con sus decisiones en el hemiciclo el modelo de sociedad que tenemos.

Quizá con encuentros como éste se consiga llamar un poco la atención sobre una institución, el Parlamento autonómico, todavía demasiado alejada para la mayoría, quizá por su juventud o tal vez porque se «publicita» escasamente.