El president Francesc Antich ha regresado pletórico de optimismo
de su visita a la World Travel Market de Londres, al comprobar que
las expectativas turísticas de Balears para 2003 son halagüeñas.
Ojalá no se desinflen esas perspectivas de aquí al inicio de la
campaña, porque los más recientes datos económicos hablan de una
situación de recesión. Europa vuelve a rebajar las previsiones de
crecimiento en la zona euro y también en España, aunque nuestro
país seguirá su ritmo muy por encima del resto del continente.
No son asuntos sin importancia, todo lo contrario, aunque a día
de ayer llegó a los teletipos una noticia todavía más preocupante:
la inflación se ha disparado hasta el 4% tras incrementarse en un
punto en octubre. Una locura inflacionista que nos coloca en una
situación explosiva, pues los precios se desbocan a pesar de que
los tipos de interés se están conteniendo una y otra vez
precisamente con la idea de sujetar la inflación.
El panorama se sigue complicando con el dato del desempleo, que
en los últimos tres meses creció, según la Encuesta de Población
Activa, hasta superar la apabullante cifra de dos millones de
personas, la mitad de ellos en paro de larga duración.
Sorprendentemente, desde el Gobierno central se habla de
«prudencial satisfacción» porque se sigue creando empleo. Sea como
sea, la economía no marcha como debiera. Ya sabemos que es una
circunstancia mundial de la que no podemos quedar al margen, pero
aun así el mensaje debería ser otro: aportar soluciones, buscar
consensos, intentar pactos con todos los agentes involucrados para
mejorar el ritmo de creación de empleo y, sobre todo, para afianzar
la calidad de este empleo. Sólo así el común de la ciudadanía
respirará con la suficiente tranquilidad como para estabilizar el
conjunto de la economía, con el nivel de consumo y de ahorro
adecuados.
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