No puede ser que a estas alturas los responsables políticos del área de turismo todavía puedan desmarcarse de los malos resultados de la temporada turística con una defensa de la recesión, como acaba de suceder de nuevo en la World Travel Market de Londres. Supone un ejemplo de la enorme distancia que separa los intereses económicos de Balears "y no estamos hablando sólo de los de los empresarios" y la particular visión de quienes han sido elegidos por los votantes para velar por el interés general, algo que puede prolongar indefinidamente una brecha que no puede traer más que perjuicios a los bolsillos de los ciudadanos. Estamos en un momento clave: la temporada de promoción ha comenzado mejor de lo que cabría esperar puesto que el mercado británico da muestras, aunque ligerísimas, de recuperación y parece haber pasado la etapa de incertidumbre y recelo. El mercado británico continúa siendo el de mayor importancia para la economía global de la isla de Eivissa y su descenso, aunque justificado por la marcha de la economía del Reino Unido y por la coyuntura internacional, también ha socavado en cierta manera la estructura turística de la isla, sobre todo en lo que respecta a la zona de Sant Antoni, donde los pequeños hoteles se ven obligados a replantearse muchas cosas tras quedar fuera de las garantías de las que habían disfrutado hasta ahora. La situación, visto lo visto, puede extenderse y agravarse, y eso es algo que no podemos permitirnos. Es necesario alcanzar ya un acuerdo que permita superar las diferencias y proyectar una imagen de fortaleza que permita a Balears en general, y a las Pitiüses en particular, retomar distancias que se han perdido. Y si hoy por hoy resulta imposible encontrar un punto medio que aliente la esperanza hay que tener claro que lo que puede acabar pasando nos haría añorar la temporada recién enterrada.