La ciudadanía de todo el país, y Balears no es una excepción,
está mostrando en los últimos tiempos una creciente preocupación
por la sensación de inseguridad que se vive en las calles,
especialmente en las grandes ciudades. El Gobierno de José María
Aznar ha tomado nota de esta tendencia que reflejan todas las
encuestas y ha anunciado una «cruzada» contra la delincuencia. Ayer
el president del Govern, Francesc Antich, visitaba en Madrid al
ministro del ramo para exponerle "acompañado por una pequeña
delegación balear" los problemas más acuciantes que en ese sentido
se viven aquí y sus posibles soluciones.
Pese al anuncio de «cruzada», desde el Gobierno central no se
comparten las ideas del Pacte de Progrés con respecto a las
necesidades policiales en las Islas, aunque de momento se ha
conseguido un acuerdo para cubrir las plazas vacantes de policías y
guardias civiles y se ha constatado un talante negociador en el
nuevo ministro, Àngel Acebes, que se mantuvo muy receptivo a las
explicaciones de los baleares sobre la inseguridad en zonas
turísticas como la Platja de Palma o la de Sant Antoni, en
Eivissa.
De entrada, todo ello es positivo, casi todo el mundo está de
acuerdo en que a mayor presencia policial en las calles, más
disuasión para el delincuente. Pero hay otro problema detrás y es
la actuación judicial, que permite "con la ley en la mano" que el
pequeño delincuente disfrute de plena libertad aunque haya sido
detenido un centenar de veces. Quizá sea ahí donde está el
inconveniente y por eso no estaría de más que en esa «cruzada» que
se prepara desde Madrid se contemplen también los aspectos no
puramente policiales del problema, porque poco lograremos con más
detenciones.
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