En agosto del pasado año, la Cámara de Representantes
norteamericana dio el visto bueno al inicio de los trabajos de
perforación en Alaska en busca de petróleo, faltando al respecto la
ratificación por parte del Senado. Comenzaba entonces una «guerra»
que ha enfrentado a petroleros y republicanos contra ecologistas y
demócratas. Y ahora viene lo sorprendente: días atrás, en el Senado
de los Estados Unidos la mayoría demócrata se opuso a dicho
proyecto.
Cierto que desde el principio los demócratas anunciaron su
intención de votar en contra, no obstante no lo es menos que,
habiendo tantos intereses económicos en juego, nada habría tenido
de extraño "existen suficientes precedentes en casos parecidos" que
algunos variaran de opinión. No fue así y el Refugio Àrtico de
muchas especies animales que emigran hacia aquella zona, mantendrá
su carácter de privilegio.
Estamos ante una importante derrota de un George Bush "otra más"
que había hecho de la explotación del petróleo de Alaska uno de los
pilares de su plan energético. Aun admitiendo que, desde el
principio, existieron discrepancias en la valoración llevada a cabo
sobre la importancia de dichas reservas petrolíferas, inmensas en
la estimación de la Administración Bush, y mucho más moderadas a
juicio del Servicio Geológico Americano.
Sea como fuere, por una vez las consideraciones acerca del
impacto ambiental que las perforaciones habrían tenido en el área
han primado "juego político entre Gobierno y oposición aparte"
sobre otras de índole económico. El dinero y el formidable poder
puesto en juego por los correspondientes grupos de presión, han
perdido el combate. Y eso, amén de la novedad que supone, nos
parece una significativa derrota.
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