La situación en Oriente Próximo es tan complicada, tan profundamente difícil y tan desesperada que parecía de ilusos creer que la mediación de una sola persona, por importante que fuera, podría poner fin a un enfrentamiento tan vertiginoso, feroz y tremendo. Por eso ayer el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, regresaba a Estados Unidos con las manos vacías, tras una misión que ha resultado un fracaso absoluto "al menos en lo que se refiere a soluciones concretas e inmediatas" y en la que a punto ha estado de arriesgar la propia vida. No es de extrañar, pues su objetivo era tan ambicioso como éste: conseguir que el Ejército israelí se retirara de las ciudades de Cisjordania que tiene ocupadas y que Yaser Arafat proclamara un alto el fuego.
Editorial
Fracaso en Oriente Próximo
18/04/02 0:00
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