Los socialistas vascos han renovado su ejecutiva y han colocado
a Patxi López al frente de la Secretaría General del PSE, aunque no
se ha conseguido unificar las tendencias existentes en el seno del
partido. Frente a los postulados de los «redondistas», tendentes a
mantener los lazos con el Partido Popular en lo que se refiere a la
estrategia antiterrorista, y frente a la postura de la candidata
Genma Zabaleta de Nuevo Socialismo, partidaria de estrechar lazos
con los nacionalistas del PNV, se ha impuesto la línea defendida
por López y por la misma ejecutiva federal del PSOE de distanciarse
del PP y abrir puertas al diálogo con el PNV.
El PSE, en las últimas elecciones celebradas en Euskadi, de la
mano del entonces secretario general, Nicolás Redondo Terreros,
sufrió un revés que demostraba claramente la equivocada estrategia
seguida por la cúpula del partido y un acercamiento excesivo a los
conservadores que, en modo alguno, podía ser asumido por los
votantes socialistas de Euskadi.
El congreso del PSE ha determinado la línea que quieren seguir
los militantes socialistas de cara al futuro del País Vasco.
Ciertamente, una actitud más dialogante puede contribuir
enormemente a rebajar la tensión y el permanente enfrentamiento en
el que se ha vivido durante meses.
La confrontación entre los mal llamados nacionalistas moderados
y constitucionalistas, en verdad no ha conducido a nada positivo,
sino más bien al contrario. Por ello hay que acoger con cierta
esperanza el giro del PSE, en tanto en cuanto éste pueda significar
retomar la unidad contra los violentos desde una postura abierta de
diálogo y no desde la imposición y el dogmatismo. Aunque tampoco
debemos engañarnos, la tarea más compleja para Patxi López comienza
ahora.
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