Los comerciantes han decidido presionar para acabar con una
situación que se agrava con el paso de los días. En la reunión que
mantuvieron el pasado martes con la directora insular, María
Encarnación Sánchez-Jáuregui, quedó claro que lo ocurrido en los
últimos meses no es considerado una situación coyuntural
transitoria, sino que los empresarios se han encontrado con una
serie de actuaciones que se prolongan en el tiempo y que no creen
que vayan a parar de un día para otro.
No es sólo su percepción: la notoria actuación de grupos de
delincuentes en distintos puntos de las Pitiüses, y
fundamentalmente en la ciudad de Eivissa, ha levantado un clima de
inseguridad que no favorece nada la calidad de vida de la que
presumimos en invierno. Viviendas asaltadas en sa Penya, atracos en
la Marina, tiendas con el escaparate reventado y almacenes y
gasolineras víctimas de robos componen un decorado grave para una
isla que presume ante el mundo de tranquilidad. Estos delitos son
complementados con el aumento de actitudes incívicas a las que no
se pone o no se quiere poner coto. Altercados en lugares como la
plaza del Parque forman parte habitual de las críticas ciudadanas.
Obviamente, las autoridades saben cómo está el panorama.
De hecho, han expresado públicamente la solicitud de refuerzos
policiales, pero quizás no se trata sólo de eso. Han conseguido que
se difunda un sentimiento de resignación, una sensación de que
estamos ante nuevos tiempos por la evolución social que se vive no
sólo en Eivissa y Formentera sino también en el resto de España y
Occidente. La reunión de los comerciantes con la representante del
Gobierno en las Pitiüses es un paso que hasta ahora no habían
tenido la necesidad de dar y merece una respuesta satisfactoria,
porque nos beneficia a todos. Es hora de que se nos atienda. Si
tenemos los problemas de una ciudad grande, que se nos apliquen las
soluciones de una ciudad grande.
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