Nueva crisis en el Pacte de Progrés. Casi todo el mundo intuía que el hasta ayer conseller d'Obres Públiques, Josep Antoni Ferrer, tenía todas las papeletas para «caerse» del equipo, sobre todo tras haber sido cuestionado en público y en privado por el president Antich. Siempre ha sido difícil encajar las piezas de un Ejecutivo variopinto, en el que hay que atender las exigencias de diversos partidos, algunos ciertamente alejados en sus concepciones políticas y, además, atender las necesidades de todas las Islas. La encuesta hecha pública por el Govern días atrás "a pesar de haber sido elaborada a principios de este verano" ponía de manifiesto el malestar de la ciudadanía con tres áreas: vivienda, carreteras y transporte público. Precisamente tres competencias directas de Ferrer, que además salía bastante mal parado en la puntuación que los encuestados otorgaban a cada uno de los miembros del equipo gubernamental. Así las cosas, Ferrer ha decidido salir de un Ejecutivo en el que no se sentía respaldado ni por el president ni por su propio partido y dar paso a otras caras y, quizá, otros planteamientos que logren dar el empujón que necesita una Conselleria que se ocupa de asuntos de la máxima importancia. Lo cierto es que lo mismo en el Govern que en la ciudadanía habrá supuesto un alivio la decisión de Ferrer, pues a nadie se le escapa que las carreteras de estas Islas están lejos de ver solucionados sus problemas de colapso y saturación; la vivienda se está convirtiendo en un bien de superlujo en nuestra Comunitat, inaccesible para jóvenes y personas mayores; y el transporte público es, con razón, blanco de toda clase de críticas.

No son problemas que se solucionan de un día para otro, pero quizá a Ferrer le ha faltado el arranque necesario para emprender una política firme que ponga las soluciones sobre la mesa.