Cuando menos puede calificarse de sorprendente, por no utilizar
términos mucho más duros, la decisión de la Generalitat valenciana
de eliminar de la asignatura «Valencià. Llengua i Literatura» a
todos aquellos escritores que no son valencianos de nacimiento. El
conseller d'Educació del Govern de les Illes Balears, Damià Pons,
ha remitido una carta a su homónimo de la Comunitat Valenciana para
que se replantee su decisión al respecto.
Pons, con toda la razón de su parte, afirma que «la literatura
escrita en la lengua propia de los valencianos, catalanes y
baleares ha sido concebida por los mismos escritores como una
unidad incuestinable en la que se establecían permanentemente
conexiones basadas en el conocimiento personal y literario».
Y es cierto, además, que la literatura valenciana no puede
prescindir de la obra fundacional de Ramon Llull, ni de la figura
del mallorquín Marian Aguiló o de la enorme trascendencia del
«Diccionari Català-Valencià-Balear», de Alcover-Moll. Y, por
supuesto, tampoco se pueden obviar a todos aquellos otros autores
de territorios de habla catalana: Verdaguer, Villangómez, Rodoreda,
Ferrater y un largo etcétera.
Esta eliminación, porque de eliminación hay que hablar en este
caso, no hace sino que los alumnos valencianos tengan una visión
absolutamente sesgada de un elemento común de la cultura que nos
une a Catalunya, la Comunitat Valenciana y las Illes Balears.
Evidentemente, existe una clara división administrativa entre las
tres comunidades autónomas, pero es grave que en una de ellas se
quiera establecer una visión localista e irreal, que sólo es capaz
de justificar una administración, en manos del PP, con una visión
demasiado estatalista.
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